¿Feminidad para qué?

No son pocas las mujeres que al subir al colectivo y ver que los asientos están llenos, se acercan al primer lugar en el que ven a un hombre y esperan que este cortésmente le ceda su lugar. Luego al ver que esto no ocurre, miran mal al personaje que está descaradamente sentado durante todo el trayecto. Hace cincuenta años esto sería tomado como el mayor acto de mala educación por parte de un hombre, pero hoy ¿debería tomarse como acto de mala educación?.

 

Ya pasó tiempo desde que Betty Freída publicó por primera vez “La mística de la Feminidad” (1963), si hoy estuviese viva, se sentiría orgullosa de haber liderado uno de los movimientos feministas más importantes de las últimas décadas. Ahora tenemos casi una docena de presidentas en las listas de dirigentes mundiales, sin contar las miles de mujeres que dirigen empresas, guerras y estamentos de poder, cargos que antes se consideraban “cosa de hombres”. Pero a pesar de todos estos logros, las mujeres siguen insistiendo en algo que ellas deberían haber supuesto terminaría cuando consiguiesen la igualdad.

 

“Caballerosidad” es una palabra que define a un hombre que se comporta con amabilidad, cortesía y tiene buenos modales con cualquier persona sin determinar el sexo, pero la caballerosidad siempre se exacerba con el ámbito femenino y esto ¿por qué?, la respuesta es simple. Desde la creación, las mujeres eran el sexo débil y los hombres debían soportar las peores fatigas, tomando la posta de cualquier acto incómodo o por decirlo de otro modo “irrealizable” para una mujer.

 

Hoy eso cambió. Las mujeres se esforzaron tanto por cambiar de imagen mientras las nuevas generaciones de hombres están siendo enseñados a verlas como a iguales, que ser caballeroso de más con una mujer se debería mirar como un insulto. Ellas también pueden pararse sin cansarse, alzar cosas pesadas o cambiar la cubierta desinflada y otras cosas bárbaras. ¿Así que usted está segura de que el hombre que está sentado es un mal educado? ¿O con este simple acto solo reafirma la igualdad de géneros?. Otro aspecto preocupante y muchos hombres me darán la razón, es la pérdida de feminidad. Menos tacos, menos maquillaje, menos contoneo, menos perfume, en fin, menos mujer.

 

La búsqueda de la igualdad en ningún modo debería afectar la herencia estilística de un sexo. No por dejar de usar tacos, de caminar como mujeres van a ser menos poderosas. Sean poderosas entronizando su feminidad, demuestren que caminando encima de tacos pueden mandar a una nación, que son grandes aún usando polvo en la cara y pintándose los labios con colores fuertes, hagan que su perfume embriague inclusive al más duro de los hombres, pero de una vez, vuelvan a ser femeninas.

 

La mayoría de los hombres no tienen problemas en darles su lugar, se ganaron eso, con sudor, con sacrificio, pero no por quitarse el maquillaje y ponerse calzados deportivos todo el día. Atrás quedaron los años en los que las mujeres tenían todo el tiempo del mundo para pintarse las uñas, pero eso no significa que no les sobre algo de tiempo para hacerlo. Poder percibir el dulce aroma de un perfume femenino es algo que nos alegra los días de fatiga, no nos priven de ese gozo.

 

Entendemos que fueron reprimidas por años y que ahora quieren gritar todo lo que no pudieron gritar, que quieren saltar y llorar libres, ya no escondidas en los hogares que muchas veces son una cárcel. Entendemos que tienen capacidades idénticas a nosotros y que están hechas para mandar tanto como cualquier hombre, pero señoras, señoritas, niñas: honren a su sexo, sigan siendo mujeres. Pareciéndose cada vez más a nosotros los hombres, están dañando algo inquebrantable, están cambiando el ritmo y creando un mundo completamente frío, creando un mundo con menos amor. Sigan enamorando hombres, sigan luchando por el amor, sigan creyendo en la feminidad.

 

 

Rubén Viveros

 

 

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