Se acaba el estilo mbareté

*Crédito columna: Guillermo Sicardi. Master en Administración de Empresas (MBA), profesor de “Gestión estratégica de empresas de servicios”, en los posgrados en la Universidad Americana (Paraguay), columnista en Semanario Búsqueda (Uruguay) y director de www.resultoria.com, consultoría focalizada al logro de resultados.

*Publicada en la edición impresa de revista Plus Mayo 2016.

Las pirámides de Egipto y otras grandes obras de la antigüedad, se construyeron con el estilo gerencial “mbareté” (fuerte, duro, autoritario) donde los faraones, reyes y dictadores, dirigían a multitudes de esclavos o de prisioneros, a golpe de látigo.

Y el sistema ¡vaya si funcionó! Ahí están Keops, Kefren y Micerino para atestiguarlo. Imaginen si un “consultor” del Faraón, especialista en gestión organizacional, le hubiera dicho: “Mi Señor, los obreros están desmotivados. Vamos a ponerles protector solar y a darles agua fresca, así estarán contentos y satisfechos y rendirán más”. Lo más probable es que el consultor terminase acarreando piedras y arena.

¿Y cómo creen ustedes que reacciona un empresario del siglo XXI, que hizo su fortuna en el siglo XX con el método mbareté, cuando le proponen mejorar el “clima organizacional y tratar mejor a sus empleados?

El estilo autocrático sólo funciona en tres contextos: a) cuando no hay libertades ni derechos individuales (caso de las dictaduras); b) cuando hay monopolios (muy similar a una dictadura del consumidor); y c) cuando los consumidores son sumisos y no se quejan.

Y esto aplica tanto para clientes externos (consumidores) como para los “internos” (los empleados). Cuando un consumidor argentino recibe un mal servicio (sea un taxi, un restaurante o la maestra de su hijo), inmediatamente se queja y hasta arma un pequeño escándalo. Mientras que el uruguayo o el paraguayo se callan y no se quejan, pero también se vengan: abandonan a ese proveedor.

Qué está pasando

Y lo mismo le sucederá a las empresas con estilo mbareté: serán abandonadas por sus mejores empleados. No será necesario esperar que lleguen legislaciones más modernas de defensa de los derechos de los trabajadores, que el Ministerio de Trabajo salga a hacer controles o que se formen sindicatos que hagan huelgas, piquetes y ocupaciones. Antes, mucho antes que esto ocurra (porque si no hay cambios, ocurrirá), será el libre mercado el que alce su voz.

Hablando de Egipto: Hosni Mubarak no fue derrotado por un ejército entrenado y fuertemente armado, sino que fue derrotado por millones de Tweets y post en Facebook, lanzados por jóvenes desconformes de la situación. Los muchachos ya saben qué empresas son buenas para trabajar y cuáles son un desastre. La voz se corre rápido en las redes sociales.

Y esto se demuestra con los altísimos índices de rotación de personal que están sufriendo todos los sectores y en especial los vinculados a la gastronomía, construcción y retail.

Uno de los principales motivos del abandono de la empresa, no es la mala paga, sino el mal trato que reciben de la empresa y de los jefes: mala infraestructura de vestuarios, no pagan IPS, descuentos por llegar cinco minutos tarde y olvidos de pagar los minutos fuera de hora. Y sobre todo, un mal trato de los jefes directos que hacer muy cierta es frase que dice: “Los empleados no abandonan a las empresas, abandonan a sus jefes”.

Pero los actuales jefes copian el estilo de sus anteriores jefes. Pero este estilo ya no está funcionando. Los jóvenes (y Paraguay tiene el 50% de la población menor de 30 años), ya no aceptan las órdenes porque vienen de un jefe “formal”, sino que quieren seguir a un “líder”, que los guíe, los entrene, los motive y los haga sentirse útiles.

Relación laboral

Las primeras empresas en notar este cambio y que ya están actuando al respecto, son generalmente las multinacionales. Ya han vivido estos procesos en otras partes del mundo y no quieren verse forzados por las circunstancias locales.

Una cosa que se esmeran en hacer, es mostrarse como un empleador atractivo. Basta ir a una Feria de Empleo para darse cuenta como se revierte el “poder” entre empleadores y empleados: ahora son los empleadores los que buscan empleados capaces, despiertos y con ganas de aprender.

Cuando aparecen, los quieren “fichar” en sus cuadros. Y estos jóvenes talentos preguntan ¿Y qué tienen para ofrecerme? ¿Se cree que por pagarme 200.000 guaraníes más que el mínimo alcanza? Los seleccionadores de personal quedan boquiabiertos y con ganas de decir “¡Pero qué mocoso atrevido!”

Pero el “mocoso” tiene razón. La relación laboral es un “contrato” y –como dicen los abogados- “el contrato es ley entre las partes” y debe cumplirse bajo el principio de la buena fe. Si no hay un acuerdo ganar–ganar, es imposible que la relación sea duradera. Por eso abandonan la empresa.

Lo que antes se veía en las películas de Hollywood y se leía (sin convencimiento alguno) de que “hay que competir por talento”, parece que está siendo verdad.

Las empresas que entiendan esto primero, podrán ofrecer a sus potenciales empleados; condiciones y beneficios que no les costarán casi ni un centavo: claridad en las metas, planes de carrera, programas de inducción, respeto, capacitación y reconocimientos no materiales. Los que lleguen tarde, no sólo se llevarán los últimos orejones del tarro de la bolsa de empleo, sino que los pagarán más caros.

Es sólo mirar lo que viene sucediendo en el mundo y en la región, aceptar la tendencia y dar los primeros pasos hacia un nuevo estilo gerencial. Y cuánto antes lo hagan, ¡mejor!

2016.05 Plus

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