El estancamiento de la presión tributaria

* Crédito columna: Dionisio Borda, Cadep

La reforma tributaria iniciada en 2004 tuvo como resultado el incremento de la presión tributaria en los años siguientes, de 10,1% a 12,7% del Producto Interno Bruto (PIB), que vino de la mano de la mayor formalización de la economía impulsada por tasas impositivas más bajas y bases más amplias.

Sin embargo, dicho crecimientose detuvo en 2012 y, desde entonces, la presión tributaria experimenta un estancamientoen torno al 12,4% del PIB, que es el promedio de los últimos cuatro años.

Presion tributaria

La preferencia por la baja tributación en el país refleja la influencia de la élite económica y política, posiblemente con la complacencia de una parte de la sociedad.

Ello explica que, en general, el sistema tributario alcance escasamente a algunos sectores o que estos cuenten con mecanismos legales para lograr una menor tributación.

La ley tributaria tiene regímenes diferenciados para los sectores económicos.

Así, el impuesto a la renta corporativa tiene dos regímenes: el impuesto a la renta de las actividades industriales, comerciales y de servicios (IRACIS) y el impuesto a la renta de las actividades agropecuarias (IRAGRO), con una marcada diferencia en las reglas de deducibilidad a favor de la agricultura empresarial.

Además, estas reglas no tienen en cuenta las dificultades de fiscalización del sector agropecuario.

El gasto tributario es otro factor que disminuye la recaudación efectiva, manteniéndola por debajo de su potencial. Consiste en la ausencia de recaudación por exenciones establecidas en el sistema tributario para favorecer o estimulara determinados sectores económicos, tipos de contribuyentes o ámbitos geográficos.

Naturalmente, este sacrificio fiscal debería responder al beneficio económico obtenido a cambio, en términos de generación de empleos y de mayor producción e ingreso.

El gasto tributario en 2014 fue de 1,9% del PIB y, según un estudio del Centro de Administración Tributaria (CIAT, 2015), el 70,9% de dicho costo viene del IVA, seguido por el impuesto a la renta corporativa con el 11,7% y por los aranceles aduaneros con 15,7%.

Otro factor que reduce la efectividad de la recaudación tributaria es la escasa capacidad de la Administración Tributaria, a pesar de haber mejorado en los últimos años, sobre todo en tecnología de la información y procedimientos administrativos.

Por último, es relativamente limitada la valoración de la sociedad del vínculo entre la tributación y la provisión de bienes y servicios públicos.

Es posible que la sociedad tenga también cierta desconfianza para entregar más recursos a una administración que tiene problemas de credibilidad, conformándose un círculo vicioso entre la baja tributación y la escasa provisión de bienes y servicios públicos.

Pero resulta contradictorio que sean demandados más servicios y bienes públicos con bajos niveles de imposición.

O que se pretenda incrementarlos exclusivamente mediante el endeudamiento, pues, si bien constituye un instrumento válido para financiar inversiones, esa forma de financiamiento no puede sustituir a los recursos propios.

Con el esquema institucional y tributario actual, el crecimiento económico que genera la inversión financiada con recursos del crédito no garantiza por sí solo el repago de las deudas.

Por lo tanto, el endeudamiento presente supone un mayor nivel de presión tributaria o un riesgo fiscal cierto en el futuro.

La estrategia de desarrollo a largo plazo plantea, necesariamente, un aumento sustancial de los ingresos tributarios, eliminando gradual y ordenadamente los privilegios impositivos y la evasión; al tiempo de, también gradualmente, aumentar las tasas impositivas y ampliar la base tributaria.

La adecuación fiscal de 2004 ha dado buenos resultados en términos de formalización y mayor presión tributaria, pero ahora es necesario un nuevo acuerdo fiscal que elimine las debilidades de las normas, suprima las numerosas exenciones vigentes y permita una mayor contribución de los sectores con altos ingresos.

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