Paraguay 2018: situación post electoral, tradiciones y sorpresas

Crédito columna: Jorge Nicosia, director de ProLogo SC.

Uno de los grandes pensadores y militantes políticos del siglo XX, tratando de entender la dinámica de los procesos históricos, postuló un concepto ampliamente difundido: “Hasta que todo lo viejo no termina de morir, todo lo nuevo no termina de nacer”.

Antonio Gramsci, a él nos referimos, quien pasó la mayor parte de su vida encarcelado por el fascismo italiano, daba cuenta de la complejidad que presenta la realidad sociopolítica a lo largo de la historia.

Tres semanas antes del último comicio en Paraguay (realizado el domingo 22 de abril de 2018) y de acuerdo a información construida profesionalmente, caracterizamos el posible resultado electoral como de polarización desbalanceada.

Esto significaba por una parte, una fuerte concentración de sufragios en dos fuerzas que superaba el 75%, y por otra, una distancia considerable entre la captación de votos de la ANR respecto de su principal adversario, la Alianza Ganar.

Luego de finalizado el comicio, podemos afirmar que nuestro pronóstico a nivel presidencial se cumplió de manera parcial. Es decir, se verifica una fuerte concentración bipolar, pero con diferencias exiguas que no superan los 4 puntos.

¿Cuáles fueron los posibles aspectos que incidieron en el acortamiento de las distancias? Aunque una regla no escrita del marketing político afirme que “candidato que gana no debate”, la participación de Marito en ese evento mediático, mal valorado por la ciudadanía y carente de todo intercambio de ideas y proyectos, no lo favoreció.

En realidad, a lo largo de la campaña electoral, las diferencias entre ambas alternativas nunca fueron debidamente explicitadas y en las mediciones que realizamos a los ciudadanos les resulta harto difícil percibirlas.

Debe reconocerse que la “impronta stronista” cuenta todavía con apoyo relativo en la base de la sociedad paraguaya, captando el “voto de la tradición” que no reniega de algunas viejas prácticas clientelares y eso se reflejó en uno de los polos.

Del otro lado, la Alianza Ganar concentró a la porción de la sociedad no colorada, insatisfecha con la actual gestión, que está dispuesta a apoyar un cambio de aire a pesar de experimentar una gran incertidumbre.

El Partido Colorado tendrá mayoría en Diputados, en Senado tiene 17 bancas (mayoría simple) y se destaca su novedosa y ajustada victoria en el Departamento Central, lo que muestra un saber para relativizar las diferencias internas y mostrar capacidad de alineamiento cuando llega el momento de la verdad.

La fallida experiencia de la Alianza que terminó con la destitución de Fernando Lugo parece no haber dejado huellas profundas en el electorado.

Para terminar, con los resultados en la mano, comprobamos que la llamada “crisis de representación” se refleja en un descenso de 7 puntos en la participación comicial respecto de la votación anterior. Ese tal vez sea uno de los mayores llamados de atención a la dirigencia política del Paraguay.

 

NOTA DEL EDITOR: En la puja presidencial se pudo verificar un Paraguay dividido en mitades casi iguales. Marito ganó por 1.206.067 (46,42%) contra 1.110.464 (42,74%) de Efraín, apenas por 95.603 votos (3,68%). Pero en el mapa de los cargos obtenidos hay supremacía colorada: En Senado, la ANR tiene 17 bancas (mayoría simple) y en Diputados 42 (mayoría absoluta). De 17 gobernaciones, la ANR se queda con 13, además de ganar por primera vez en Central, la derrota más dolorosa para los liberales que perdieron su bastión histórico.

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