El diseño de mercados coincidentes para asignar riñones y plazas en colegios públicos

Más allá de los derechos de propiedad como única regla institucional.

Crédito columna: Aldo Martínez, economista.

Viena (Austria) – ¿Podemos mejorar el mercado de hortalizas y frutas en donde los productores son despojados de las rentas por medio de la cadena de intermediarios? ¿Podemos mejorar la distribución de riñones para trasplantes, de los empleos en hospitales o las plazas en los colegios nacionales en el área metropolitana de Asunción en los mercados coincidentes donde los «vendedores» y los «compradores» deben elegir entre sí y el precio no es el factor que determina quién obtiene qué?

El mercado es una de las instituciones más antiguas. Los primeros mercados funcionaban mediante el trueque. Tras la aparición del dinero, se empezaron a desarrollar códigos de comercio que, en última instancia, dieron lugar a los mercados modernos de plataformas de internet como Uber y Airbnb que tienen reglas muy precisas, porque cuando un mercado está en la red sus reglas deben formalizarse en el software.

¿Pero, se pueden mejorar los mercados o crearlos por medio de un diseño inteligente que va más allá de solamente establecer los derechos de propiedad?

La respuesta inmediata es que sí. Por ejemplo, Alvin E. Roth (nobel en Economía 2012) en “Who Gets What –and Why” relata las reglas que gobiernan una amplia gama de actividades en las cuales el dinero puede jugar poco o ningún papel y donde el derecho de propiedad no es la única regla institucional.

Roth es uno de los principales expertos mundiales en mercados coincidentes. De acuerdo a él, los mercados son artefactos humanos y no naturales. El diseño de mercados nos da la oportunidad de mantener y mejorar una de las invenciones más antiguas y esenciales.

En tiempos en que los mercados son ubicuos debido a la globalización total, el auge de la inteligencia artificial, la economía de plataformas y multitudes de personas con acceso a internet, el trabajo del diseñador de mercados está en alta demanda.

Pero diseñar un mercado no es nada fácil. Las alternativas son muchas ya que la mayoría de los mercados operan en un espectro amplio que va desde la mano invisible de Adam Smith y los planes quinquenales de Mao en la China comunista.

Además, los mercados pueden tener éxito en sus propios términos prácticos y aun así fracasan ante los ojos de aquellos que no participan. Algunos son considerados como repugnantes como el mercado de riñones en Irán que es el único país del mundo donde es legal comprarse uno para un trasplante.

Pero la lección principal del diseño de mercado para el debate político es que para entender cómo deben ser operados y gobernados los mercados, necesitamos entender qué reglas necesitan estos individualmente.

Esa es una pregunta diferente a la de si algunas reglas se aplicarán a muchos mercados en general, como las regulaciones, y si el gobierno es el más adecuado para hacer algunas de esas reglas para mercados tan diferentes como el de manzanas, marihuana o Binguito.

Cuando pensamos en diseñar mercados para que funcionen bien, también debemos pensar en lo que esto significa. Los que funcionan bien nos dan opciones y los que operan libremente están relacionados con nuestra libertad y derecho de propiedad.

También, hay que tener en cuenta que los buenos diseños son objetivos en movimiento. Un mecanismo de mercado que hoy en día es exitoso, en diez años puede ser obsoleto. Por ejemplo, el mercado de pescados de Tsukiji en Tokio ha venido evolucionando desde el siglo 17 cuando fue creado para proveer de comida al castillo Edo (hoy Tokio).

En ese entonces, se invitó a que los pescadores proveyeran de pescado al castillo. El pescado que no era comprado era vendido en el mercado Uogashi que era uno de los numerosos mercados mayoristas especializados. Dos siglos luego, en 1918, tras las llamadas “revueltas del arroz”, que se produjeron en más de cien ciudades y pueblos en protesta por la falta de comida y las prácticas especulativas de los mayoristas, el gobierno japonés se vio forzado a crear nuevas instituciones para distribuir los alimentos, especialmente en las áreas urbanas.

Otro ejemplo de mercados diseñados es el de subastas de flores de Ámsterdam que tienen por lo menos 100 años de historia. Los mercados de verduras y hortalizas en Paraguay tienen mucho que aprender de los diseños de estos mercados.

En el caso específico de los mercados coincidentes, Alvin E. Roth es uno de los fundadores del Programa de Nueva Inglaterra en EEUU para el intercambio de riñones que contiene un registro y un programa de emparejamiento que combina donantes y receptores renales compatibles. El programa fue diseñado para operar principalmente mediante el uso de dos pares de donantes incompatibles.

Este mecanismo de mercado permite así el intercambio de riñones donde de otro modo no se puede lograr y supera la frustración de un obstáculo biológico para el trasplante. Por ejemplo, un familiar puede necesitar un riñón y alguien en la familia puede querer donar, pero tienen una incompatibilidad del tipo de sangre que hace imposible la donación. Con este mecanismo de mercado, se puede lograr un intercambio con otra familia en una situación similar. Es más, con este sistema se puede lograr una cadena de trasplantes.

Con un mecanismo de mercado similar pero adaptado a necesidades únicas, Roth también ha ayudado a diseñar la distribución de lugares en colegios públicos en Nueva York y Boston.

Los mercados difieren de la planificación central porque solo los participantes determinan quién obtiene qué. Los mercados coincidentes se diferencian del todo vale del laissez-faire porque los participantes entran al mercado sabiendo que tiene reglas.

La primera tarea de un mercado exitoso es reunir a muchos participantes que desean realizar transacciones para que puedan buscar las mejores transacciones. Tener muchos participantes hace que el mercado sea denso. Pero cuando un mercado es denso puede surgir un problema de congestión por el flujo de información que es muy difícil clasificar y analizar.

A veces, el objetivo del diseñador de mercado es reducir la necesidad de manipular el sistema, lo que permite que los participantes se concentren en identificar sus verdaderas necesidades y deseos. Otras veces, el objetivo es garantizar que, incluso si algunas manipulaciones son inevitables, el mercado todavía pueda funcionar libremente.

En síntesis, un buen mercado hace que la participación sea segura y simple. Cada mercado tiene una historia que contar. Las historias sobre el diseño del mercado a menudo comienzan con fallas: falta de densidad, congestión o una participación insegura y compleja.

El diseño de mercados coincidentes y no tantos permite a los economistas una nueva salida laboral para emparejar demanda y oferta de bienes y servicios para los cuales no pueden existir mercados espontáneos. Esto requiere conocer de manera específica el lenguaje del mercado particular.

Estos podrían funcionar correctamente de la misma manera que la rueda de una bicicleta gira libremente si el mecanismo funciona bien y la cadena está aceitada. También hay que recordar que existe la posibilidad que el diseño no abarque todos los procesos de las transacciones y que los mercados se autoajusten porque las reglas evolucionan.

En el manifiesto de libre mercado “The Road to Serfdrom” (1944), Hayek escribió que existe una diferencia fundamental entre (a) crear deliberadamente un sistema dentro del cual la competencia funcione de la forma más beneficiosa posible; y (b) aceptar pasivamente a las instituciones tal como lo son.

También de acuerdo a Hayek, existe la posibilidad que los economistas ayuden a entender cómo diseñar sistemas de mercados ya que “la actitud de los liberales hacia la sociedad es como la del jardinero que cuida una planta y para crear las condiciones más favorables para su crecimiento, debe saber tanto como sea posible sobre su estructura y la forma en que funciona”.

Sin embargo, hoy en día, aunque progresistas y conservadores a menudo se encuentran en desacuerdo sobre el alcance adecuado de la regulación gubernamental, los debates a menudo usan la frase «mercados libres» como un eslogan, a veces como si los mercados funcionaran mejor sin otras reglas que los derechos de propiedad.

Pero para Hayek «probablemente nada ha hecho tanto daño a la causa liberal como la insistencia de algunos en el principio del laissez faire». Recordemos que “el mercado es dios” había dicho alguna vez Jaeggli en pleno Congreso Nacional.

En un país como Paraguay donde el Estado brilla por su ausencia en materia de salud y educación, el diseño de mercados coincidentes donde el dinero no juega un rol preponderante podría ayudar a crear instituciones inteligentes que distribuyan bienes y servicios vitales para la población.

De acuerdo al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social de Paraguay, hasta julio de este año, 83 personas precisaban de un riñón y están en lista de espera. Estas personas se beneficiarían directamente de un mecanismo de mercado similar al diseñado por Roth si se lograra hacer uno en Paraguay o incluir a estos pacientes en una base de datos internacional junto a personas en la misma situación.

También, el Ministerio de Educación podría transparentar el proceso de asignación de plazas en colegios públicos.

Creo que es hora de pensar cómo diseñar mejores mercados coincidentes y no coincidentes en Paraguay, desde la bolsa de Asunción, pasando por las listas de espera de trasplantes y los mercados 4 y Abasto y sin limitarnos al derecho de propiedad como única regla institucional. Y recordar que como dice Harvey Cox en “The Market as God” el mercado no es un ser divino como algunos quieren hacernos creer, sino un bien común de carácter algorítmico que debería servir a sus participantes.

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