Nos jugamos nuestro futuro en la web

Quería referenciar, ordenar y asociar la información de la manera más sencilla posible a través de un sistema de redes electrónico. Su mecanismo debía acabar siendo accesible a todo el mundo, facilitarnos el conocimiento y, por qué no, la vida.

Crédito columna: Martí Saballs Pons. Diario Expansión, España – RIPE.

Crédito foto: Paul Clarke.

Aprender y, también, jugar, en los sentidos más amplios de estos verbos. El 12 de marzo de 1989 es la fecha en que se crea la primera dirección world wide web (www) con sus tres estándares URL, HTTP y HTML.

El genio detrás de la lámpara era un inglés llamado Timothy (Tim) Barners-Lee (foto). Usó como plataforma para crear la www un sistema de redes de información electrónica semidesconocido hasta la fecha, internet, creado en 1969 por el Pentágono y la empresa Arpa. La biografía importa: sus padres, matemáticos de profesión, trabajaron en el diseño y desarrollo de la primera computadora que se comercializó. Era 1951 y se llamó Ferranti Mark 1.

En la década de los noventa, la www vivió su primera gran explosión. Recuerdo que ya en 1994, un emprendedor llamado Paul Siegel me enseñó en su casa de Nueva York cómo podía acceder a internet a través de su ordenador. Hasta la fecha, los sistemas de información eran propietarios, Compuserve, Prodigy, más tarde AOL, a través del cual ya se podía entrar en la www, que acabó abriéndose para ser accesible, libre y gratuitamente, tal como había previsto Berners-Lee.

Netscape, antiguamente llamada Mosaic, es la primera empresa íntegramente considerada de internet que sale a bolsa. Lo hace el 9 de agosto de 1995 y su precio sube de 28 dólares a 75 dólares en su primer día de cotización. Su valoración: 2.700 millones. En octubre de aquel año, solo un 3% de estadounidenses usan la www, según un estudio de Pew Research.

En 1996, Nokia lanza su primer teléfono celular con navegador. Aquel año, el e-mail empieza a ser usado mayoritariamente por los usuarios. Hay un crecimiento exponencial en Estados Unidos de uso de la web, a la que empieza a acceder el resto del mundo. En 1998, una empresa de nueva creación llamada Google anuncia que ya ha indexado 26 millones de páginas web. Son tiempos de jolgorio bursátil y de grandes esperanzas puestas en el crecimiento infinito de aquella plataforma.

En España, quien no tuviera acciones de Terra parecía no saber nada de inversión ni de futuro. Llega el primer crash y la regeneración. Hasta la actualidad. Muchos de los protagonistas y empresas de aquel periodo inicial se han quedado en el camino. Han triunfado nuevos agentes. Nadie duda de que la www ha sido para la humanidad el invento más disruptivo de los últimos treinta años. No podemos vivir sin la pantalla que nos conecta al resto del planeta. Para bien y para mal.

Sir (fue nombrado caballero por la Reina Isabel en 2004) Berners-Lee ha aprovechado el trigésimo aniversario del nacimiento de su criatura para escribir una carta a través de su fundación World Wide Web Foundation. «Dado lo mucho que ha cambiado la web en los últimos treinta años, sería derrotista y demostraría tener poca imaginación asumir que la web tal como la conocemos no puede cambiarse para mejor en los próximos treinta años. Si dejamos de construir una web mejor ahora, entonces la web no nos habrá fallado. Le habremos fallado nosotros», escribe.

Berners-Lee aboga por legislar y crear códigos universales que minimicen las distorsiones, las mentiras y el comportamiento criminal. Los ciberataques es uno de los grandes peligros que acechan la web. Igualmente pide modelos comerciales que discriminen y eviten el uso viral de la desinformación.

Es consciente de las dificultades de alcanzar los objetivos más benevolentes. En su contra, sabe que hay gobiernos determinados, empresas e individuos cuyo objetivo es el contrario. De los 3.000 millones de personas que aún no tienen acceso a la web, la gran mayoría vive en países autoritarios. Las leyes de acceso a la web no son las mismas en Norteamérica y la Unión Europea que en China y Arabia Saudí.

Berners-Lee considera un derecho humano el acceso libre de todos a internet, como lo es el respeto a la identidad personal. Solo nosotros podemos ser responsables y decidir el uso de nuestros datos. Resulta inconcebible pensar que un gobierno o una empresa tengan acceso ilimitado a nuestra vida para controlarnos y acosarnos comercialmente.

No queda lejos el día en que un Estado ataque a otro a través de las redes. Desconocemos cómo puede producirse este ataque y su grado de sofisticación ¿Cuál es el nivel de sostenibilidad que tiene hoy el planeta si la web, parcial o totalmente, deja de funcionar? Suena a ciencia ficción. Hace treinta años, el uso que hoy hacemos de la web también hubiera sonado como tal.

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