El voto latino en Estados Unidos crece en importancia en reñidas elecciones

Crédito columna: Fabian Núñez, socio en Mercury. www.mercuryllc.com

Por primera vez en la historia de los Estados Unidos, el número de ciudadanos estadounidenses de origen latino elegibles para votar en las elecciones presidenciales de noviembre de 2020 supera a la población votante afroamericana del país.

Y aunque se calcula que menos del 50% de ese universo realmente votará este año, su fuerte presencia en estados tradicionalmente reñidos en la contienda electoral -Florida, Arizona y sorprendentemente, Texas- marca una influencia sin precedentes en el resultado final.

Los números, sin embargo, no bastan para entender el potencial efecto del llamado “voto latino”, una etiqueta que esconde una población extremadamente diversa, proveniente de diferentes países y realidades políticas, que además están repartidos en forma particular por la geografía norteamericana.  

A diferencia de la población afroamericana, relativamente más homogénea, donde 8 de cada 10 suele votar masivamente por el partido demócrata, los “latinos” de Estados Unidos tienen una mayor diversidad política, geográfica y de origen.

No es lo mismo un mexicoamericano de Texas o Nuevo México, que un mexicano naturalizado en California, o un salvadoreño que un nicaragüense.  Tampoco es lo mismo un cubano que llegó hace 30 años que uno que llegó hace 10, ni un puertorriqueño residente en la Florida central.

Esta diversidad complica el trabajo de las campañas presidenciales y requiere un conocimiento de diferentes comunidades latinoamericanas en Estados Unidos, así como una inversión importante de tiempo y dinero. Y lamentablemente, ninguno de los dos partidos políticos predominantes ha hecho un trabajo consistente en este sentido.

Lo que sí está claro, es que la población latina puede ser determinante en una serie de estados clave para decidir la presidencia de los Estados Unidos, una elección que tendrá importantes repercusiones dentro de este país y el mundo.

En el pasado, las estrategias de muchos candidatos o partidos han subestimado el voto latino, tomándolo como algo “seguro” o notando su importancia solamente de la boca para afuera, sin hacer el esfuerzo de organización que se requiere para movilizarlo.  

En las últimas semanas parecía que la campaña del demócrata Joe Biden estaba comenzando a cometer algunos de esos errores, en un año en el que su partido puede darse ese lujo menos que nunca, mientras que el presidente Donald Trump estaba trabajando el terreno fértil en estados como La Florida, que tantas veces ha inclinado la balanza.

La llamada de atención ocurrió a raíz de una encuesta reciente en la que Biden registró una desventaja frente a Trump en el voto latino de Florida, por 50% frente a 46% de Biden. Hace cuatro años, Hillary Clinton ganó el 60% de los latinos de Florida, y sólo 35% votó por Trump. 

La campaña de Biden inmediatamente anunció tres nuevos comerciales en español con diferentes acentos, destinados a tres diferentes grupos de votantes latinos en Florida. Visitó Kissimmee, una zona de gran población puertorriqueña y dio entrevistas locales calificando de “lamentable fracaso”, la política de Trump hacia Cuba y Venezuela.

La campaña de Trump ha estado trabajando el voto de Florida -donde el exilio cubano es un bloque importante y donde ha venido creciendo el voto venezolano- pintando a Biden como representante de la “extrema izquierda”, antipolicía y socialista.

Este mensaje se ha reforzado con oleadas de “fake news” y desinformación difundida por canales alternativos, WhatsApp, Tik Tok y medios sociales regulares, como un reciente tweet en el que se decía que Jill Biden, la esposa de Joe había visitado a Fidel Castro hace algunos años o artículos de medios conservadores en los que se afirma que el gobierno del venezolano Nicolás Maduro “dio su apoyo” a Joe Biden. 

Entretanto, medios en español más establecidos como el Miami Herald y Radio Caracol, han transmitido información de ultraderecha, antisemita y racista, que tiene como objetivo denigrar a los demócratas y reelegir a Trump entre la comunidad latina más conservadora de Florida.

Esa retórica está haciendo mella en el voto cubano, y posiblemente en menor escala -porque es un voto aún pequeño- en los venezolanos que vienen de gobiernos autoritarios de tinte socialista.

Y las cifras demuestran el por qué tanta atención a estos votantes. El promedio de las encuestas actuales en Florida refleja una ligera ventaja de Biden en Florida, que se ha reducido en días recientes y la encuesta de NBC/Marist un empate entre Biden y Trump, con 48% de la preferencia de los votantes para cada uno.

Entretanto, el voto latino también podría inclinar la balanza en estados como Arizona y Texas, en el occidente del país, que usualmente votan republicano para presidente, pero donde la competencia este año está más cerrada que nunca.

A finales de septiembre, Biden aventaja a Trump por 62% a 26% entre votantes latinos registrados (NBC News/Wall Street Journal/Telemundo), pero el sondeo revela cierta debilidad de Biden entre los hombres latinos y una ventaja menor con este grupo que la que tenía Hillary en 2016. El 31% de hombres latinos apoya a Trump, según esta misma encuesta.

Otro punto sorprendente es que los jóvenes latinos apoyan más a Biden que los mayores, y este es el grupo que menos acude a las urnas tradicionalmente.

La ventaja de Biden en las encuestas nacionales se ha mantenido más o menos constante durante semanas, pero todos saben que la lucha está en el colegio electoral y lo que pase localmente en estados alrededor del país.

No es descabellado pensar que Trump de nuevo pierda el voto popular y gane el colegio electoral, especialmente cuando el presidente ataca la legitimidad del voto por correo en medio de la pandemia y clama fraude en una elección que aún no ha ocurrido.

Si bien el manejo de la pandemia ha sido un punto en contra para Trump con muchos votantes -no con su base, para quienes todo se perdona- la vacante en la Corte Suprema de la Nación y el futuro de temas como el aborto, ofrece al presidente una carta importante bajo la manga para motivar a ciertos moderados y, especialmente, a evangélicos latinos que no necesariamente se han volcado hacia el presidente debido a sus actitudes antiinmigrantes.

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