Las 3 lecciones de liderazgo que aprendí con mi perro

Crédito columna: Alexandra Cortese, gerente general de ROW Comms.

Algunos me miran con cara de burla como diciendo, “¿En serio?”. Sin embargo no quería dejar de compartir tres valiosísimas lecciones de liderazgo que aprendí entrenando con mi perro.

Estas lecciones son aplicables tanto en la vida profesional como en la familia, porque los perros, así como los humanos, son animales de manada donde el relacionamiento y la vida social juegan un rol fundamental. En las manadas caninas hay un líder, hay seguidores, hay peleas y hay jerarquías… ¿Te suena familiar?

LECCIÓN 1: UN LÍDER POSITIVO TIENE QUE MOTIVAR

Para entrenar la obediencia de un perro podés elegir dos caminos: el entrenamiento de fuerza, donde hacemos que el animal nos tenga miedo; o el entrenamiento positivo, donde buscamos motivar al animal premiándolo con juegos, recompensas y cariño.

Yo elegí el segundo camino, sin dudas el más desafiante; el entrenamiento positivo toma más tiempo y requiere de mucha paciencia.

Al comienzo el perro no siempre hace lo que pedís, pero a la larga los resultados son más seguros. Forzando los comportamientos, me comentaba el entrenador, el animal puede reprimirse y en algún momento volverse agresivo; “él tiene que querer hacer lo que vos le pedís”.

En la vida humana sucede lo mismo. Existen líderes que ganan el respeto de sus colaboradores instalando miedo, controlando y/o humillando; y hay otros que inspiran tanto que hacen que uno mismo quiera perseguir los objetivos que trae.

Hay estudios que comprueban que los que inspiran y motivan son los que logran mejores resultados. Simon Sinek dice que, “Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y ser más, sos un líder”. Para ello, es fundamental una comunicación clara y constante.

LECCIÓN 2: NO PONER LÍMITES ES DAÑINO PARA TODOS

Aprendí también que el entrenamiento positivo no significa libertinaje; poner límites siendo firmes y consistentes es clave para instalar comportamientos.

Al inicio, tuve sentimientos encontrados… ¿Cómo hago para ser firme sin imponer miedo? ¿Qué separa la firmeza de la fuerza? La misma pregunta me hice cuando empecé a liderar equipos y escuché el mismo dilema con amigas que son madres.

La respuesta la encontré en un libro: Radical Candor, de Kim Scott. Kim denomina candor radical como el balance entre ser firme y directa; y que lo que hagas sea para el crecimiento de esa persona o relación. El candor radical consiste en actuar y decir las cosas de manera directa, firme y consistente, haciéndolo porque te importa esa persona o esa relación.

Muchas veces cometemos el error de evitar la confrontación callando y dejando pasar situaciones, o aún peor, asumimos que el otro ya sabe lo que pensamos.

Esto es un grave error porque hace que la relación se vaya desgastando y porque privamos al otro de entender su error y corregirlo. Los buenos líderes establecen límites y los comunican siempre de manera inmediata y consistente.

LECCIÓN 3: LO QUE SE GANA TRABAJANDO ES MÁS VALORADO

“No le regales cariño en estos meses de entrenamiento, tu perro tiene que ganárselo”. Cuando escuché esto inmediatamente vino a mi mente el famoso publicista David Ogilvy que decía que uno de sus mentores, un gran chef, solamente felicitaba a su equipo cuando hacían un trabajo magnífico, ya que esa era la mayor recompensa que podía dar. Si lo hacía con demasiada frecuencia, el reconocimiento perdía valor.

Si bien disiento en parte con esta teoría, un aspecto está claro: lo que consigas con esfuerzo se valora más. Por ello, para entrenar positivamente a un perro tenemos que hacer que él gane sus cariños, sus golosinas y sus premios a través de su obediencia.

Asimismo, para motivar a las personas, ellas tienen que ganarse sus juguetes, sus mesadas, sus felicitaciones y sus ascensos. Ojo, en el mundo corporativo sucede con más frecuencia lo contrario: muchas personas se esfuerzan pero no son reconocidas. Si encontramos el balance podremos ver que los reconocimientos merecidos son una herramienta muy potente para motivar.

Liderar es un desafío que tarde o temprano nos puede llegar. Ya sea en empresas, equipos, en una familia o incluso con un perro, ser quien guía hacia objetivos comunes o valores esperados es una tarea compleja.

Por eso es importante asumir la responsabilidad desde donde nos toque y recordar que liderar de manera positiva trae mejores resultados, que los límites y los “no” son importantísimos y que las recompensas tienen que existir y ser ganadas. Y lo que marca la diferencia en todo esto es una comunicación clara, constante y consistente.

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