Aprender para emprender

Crédito columna: Cilia Romero, PRO Abogados. 

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En las empresas lo que importa es el resultado, los negocios están vitalmente relacionados con los números y los colores rojo (pérdida) amarillo (revisar) y verde (ganancia): puede entenderse que la tarea del administrador es prevenir los riesgos, minimizar las pérdidas y detectar la innovación en sus procesos; es decir elaborar un método -que funcione.

Considerando que el rol de la universidad es preparar al estudiante de modo a que el egresado de la carrera de administración de empresas obtenga y conozca aquellos conocimientos precisos y funcionales para que desarrolle habilidades que le permitan explorar, desarrollar sus propios métodos o mejorar los ya existentes.

Se podría esperar que si estas cuestiones planteadas como una problemática no son atendidas será mucho más difícil para el estudiante, una vez culminada la carrera, solucionar los problemas de la empresa que le toca dirigir, y por supuesto aún más difícil será obtener números verdes, lo que finalmente afecta a la economía, a la generación de empleo y al desarrollo de la innovación.

Cristiane Correa, autora de Sonho Grande, escribió sobre Vicente Falconi profesor de ingeniería que revolucionó el modelo de gestión en Brasil; “Falconi muestra que, para dar resultado es preciso que exista en las compañías alguien con una voluntad inigualable y cuasi fanatismo de realizar mejoras para poder desarrollar métodos o potenciar los ya existentes”.

Este fanatismo por la investigación y desarrollo del método tendría que iniciarse en las universidades, en el aula donde el estudiante sea frecuentemente motivado a tener una vivencia conociendo desde ahí los problemas para plantear esas mejoras.

Puede esperarse que, con este énfasis, la economía naranja se vea sustancialmente impulsada, así como la posibilidad de que se busque emprender desde edades más tempranas y con información más precisa sobre cómo lograr emprendimientos sostenibles.

Habiendo participado de varias clases vinculadas a cátedras del área, se me ha generado la sospecha de que muchas de las asignaturas estudiadas no tienen un enfoque principal en el propósito de la misma, el cual considero puede acercarse a: encontrar formas o métodos para solucionar los problemas de cualquier emprendimiento, más que obtener ganancias o generar un negocio exitoso.

Las veces que me ha tocado la misión de educar, tuve la oportunidad de aplicar con un mayor porcentaje contenidos de función práctica y he tenido resultados en la motivación y sed de conocimiento de los estudiantes.

La problemática se percibe cuando el estudiante es incapaz de bajar una idea de negocio, administrar los problemas que surgen en los pequeños proyectos asignados o cuando debe planificar un proceso de formalización del emprendimiento que pretende llevar adelante y se encuentra con situaciones que no puede manejar o tiempos que desconoce.

Podría decirse en un principio como una leve sospecha que la calidad de administrar no se sustenta en las teorías si no en la posibilidad que tiene el estudiante de ganar experiencia por medio de casos prácticos, acompañamiento de mentores que puedan compartir sus experiencias en base a: el análisis de negocios o los proyectos vigentes u operando.

Es necesario preguntarse si atender la cuestión poniendo foco en una educación que colabore con la realidad y que permita al estudiante tocar las experiencias en las cuales pueda detectar aquellas teorías, métodos o formas de administrar estudiadas, más que simplemente leerlas o conocerlas, pueda colaborar el hecho de tener de ellas una vivencia.

Tal como lo indicaba el maestro García Morente en sus clases de introducción a la filosofía, “De nada sirve dar una definición de la filosofía antes de empezar a hacerla. Hay que ponerse a filosofar, sin miedo y con rigor. Vivirla nos ayudará a entender de qué va” (1) y prosigue… 

“Una persona puede estudiar minuciosamente el plano de París; estudiarlo muy bien; notar uno por uno los diferentes nombres de las calles; estudiar sus direcciones; luego puede estudiar los monumentos que hay en cada calle; puede estudiar los planos de esos monumentos; puede repasar las series de las fotografías del Museo del Louvre, una por una. Después de haber estudiado el plano y los monumentos, puede este hombre procurarse una visión de las perspectivas de París, mediante una serie de fotografías tomadas de múltiples puntos de vista. Puede llegar de esa manera a tener una idea regularmente clara, muy clara, clarísima, detalladísima de París. Esta idea podrá ir perfeccionándose cada vez más conforme los estudios de este hombre sean cada vez más minuciosos; pero siempre será una mera idea. En cambio, veinte minutos de paseo a pie por París, son una vivencia”. (2) 

Este ejemplo que cita el maestro Morente aplicada a la cuestión que se aborda es una leve sospecha de que la experiencia y la práctica podrían ofrecer una mayor fijación de la información y un aprendizaje genuino.

El emprendedurismo requiere encontrar y definir problemas y carencias que existen en una sociedad que deben resolverse de manera creativa en la actividad de creación de una empresa.  Para ello, es necesario la utilización de métodos didácticos que involucren directamente al estudiantado en el proceso de trasmisión de conocimientos emprendedores (Bager, 2011).

Métodos que despierten el lado “creativo” de la persona emprendedora y que le permitan gestionar adecuadamente sus relaciones sociales. Los métodos  didácticos tradicionales, propios de los programas de gestión o dirección de  empresas, han recibido críticas, pues, por  no ser suficientes para enseñar a  emprender en las universidades y relegar al estudiante a un papel secundario en el proceso de aprendizaje, ya que en ellos se da por hecho que el estudiantado se encontrará con las mismas circunstancias que se ejemplifican en los casos o en las lecturas, con lo que se están generalizando comportamientos  que  no  tienen  por  qué  cumplirse  en  otros contextos (Ripollés, 2011).

Como ningún extremo es bueno, no se discute aquí hacia una radicalización en donde se condene la doctrina o las bases económicas o administrativas, sino que por medio de la duda metódica, poner en el orden de ideas esta sospecha para trabajarla y mejorarla y entre todos buscar ese necesario punto de equilibrio entre experiencia y teoría.

La creación de nuevas empresas tiene una repercusión directa en el progreso económico y social de cualquier comunidad tal y como ponen de manifiesto numerosas investigaciones científicas como, por ejemplo, el GEM www.gemconsortium.org. Las empresas también están interesadas en que en las universidades se fomenten competencias emprendedoras tales como la creatividad y la innovación.

Así también, gran parte de los responsables y docentes universitarios comparten la creencia de que es necesario que se cambie la “forma de hacer universidad” y se potencien las cualidades emprendedoras, oportunidades de negocios.

Es por ello, que este ejercicio no es en vano, el hecho de que nos cuestionemos estos asuntos nos llevará sin duda al crecimiento.

PERFIL – CILIA ROMERO

Cilia Romero está fascinada con la propiedad intelectual en todas sus formas y cómo ésta se conjuga con las necesidades de la empresa, la innovación y el desarrollo del mercado.

Dedica su práctica profesional como abogada a proteger los activos de las empresas, monetizando el alcance de los negocios de sus clientes a través del cuidado de su propiedad intelectual y de la formalización de sus emprendimientos.

Experta en desarrollo de proyectos y protección de la innovación, especializada en propiedad intelectual. Docente universitaria. Coordinó proyectos sociales en el marco de la responsabilidad social empresarial y el emprendimiento legal.

(1) https://filosofaralos16.webnode.es/la-filosofia-y-su-vivencia/

(2) Lecciones preliminares de filosofía Ed. Porrúa, nº 164, Méjico, 1977 (nueva ed. en 2008)

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