La imagen: necesaria fusión entre lo que se comunica y lo que se hace

Crédito columna: María Liz Viveros, comunicadora corporativa y especializada en RSE. Socia gerente de Salpin, agencia creativa y de comunicaciones.

En mis columnas pasadas hubo dos términos que se mencionaban con frecuencia: la comunicación y la imagen. Ambos conceptos son inseparables, imprescindibles y acompañan y se relacionan con la gestión de la empresa (lo queramos o no, lo gestionemos o no).

Cuando hablamos de la imagen de una empresa, no tiene que ver solamente (y lo digo subrayado y en negritas) con el logo, los diseños y la cartelería sino de un concepto mucho más amplio, más crítico, más sistémico, que tiene que ver con lo que dice y hace la empresa.

El comunicólogo español, Joan Costa, define a la imagen como “percepciones y experiencias protagonizadas e interpretadas por los diferentes públicos”, lo cual nos da la pauta que no se puede gestionar la imagen de una empresa sin tener en cuenta a todos sus públicos (internos y externos).

Y acá va una pregunta recurrente en las empresas: ¿cuál es la imagen que necesitamos? Pues la respuesta no puede ser una decisión unilateral, una invención, ni una deducción empírica por parte de la empresa.  “Si la imagen se configura en el público, este tiene mucho que decir”, lo afirma una vez más Joan Costa.

Entonces, el modelo de la imagen que la empresa necesita tiene que ser en función de sus objetivos como empresa y en función de la imagen que existe en el público –prejuicios, impresiones, experiencias- pero muy especialmente con las expectativas y exigencias que el público tiene con respecto a la empresa.

Y es importante que recordemos siempre: es mucho más sencillo y más económico, tener y mantener una buena imagen; que recuperar, o mejor dicho, tratar de recuperar una imagen caída.

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