Reclamos todavía sin respuestas

Los puestos de mercaderías en las esquinas de las calles más transitadas de Asunción, los negocios surtidos con productos de contrabando, desde pequeños establecimientos hasta grandes distribuidores y comercios, son el reflejo de la impunidad con la que opera el contrabando en Paraguay.

Es verdad que no se puede concentrar la problemática del contrabando solamente en la capital y ciudades periféricas. En el interior del país y con mayor razón en las ciudades fronterizas, esta conducta se ve magnificada por las diferencias cambiarias con los países vecinos y por el deficiente y nulo control de las instituciones correspondientes.

 

El contrabando en nuestro país está amparado en una estructura judicial corrompida que defiende los intereses de los protagonistas de estos hechos delictivos en vez de resguardar a los perjudicados. En primer lugar, aplicar castigos ejemplares a los efectos de debilitar los indicios de contrabando es una medida urgente y más que necesaria ya que hasta ahora los que se instituyeron prácticamente han pasado desapercibidos.

No cabe duda de que la ciudadanía también debe hacer un cambio de mentalidad para no sucumbir ante el supuesto ahorro que significa comprar productos de contrabando. El trabajo de miles de compatriotas, la inversión de emprendedores, el consumidor y la economía nacional se ven severamente afectados por este flagelo que durante años ha sido asociado intrínsecamente a la cultura paraguaya.

En el caso de los importadores, que representan un importante porcentaje dentro de los afectados, el reclamo principal que elevan a las autoridades es la garantía de seguridad jurídica a sus inversiones.

La industria nacional ha avanzado enormemente en la última década con fábricas, manufacturas, productos y mano de obra que son dignos de competir y porque no, superar la calidad de los países más industrializados. Esta industria pide a gritos la protección y validación de sus derechos y el voto de confianza hacia sus productos de cada vez mayor calidad de exportación, siendo esta la única vía de progreso social y económico que puede hacer frente de igual a igual a la pobreza que concibe el contrabando.

 

 

 

Alma Morán

 

 

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