Qué hay detrás del impuesto a la soja

Entretelones del polémico gravamen que divide a los analistas

* Publicada en la edición impresa de Revista PLUS Mayo 2016

Para Cadep, presidido por el ex ministro de Hacienda Dionisio Borda, “el aporte de los empresarios del sector agropecuario es insignificante a la estructura de recaudaciones del Estado”.

“Es una vergüenza constatar que la mayor evasión tributaria se da entre los que más dinero ganan”, afirmó Ricardo Rodríguez Silvero.

Para Manuel Ferreira Brusquetti existen informaciones poco claras sobre la realidad de los empresarios agroganaderos. Citó que el sector tiene problemas de sobreendeudamiento por US$ 3.240 millones.

“Los productores, comercializadores y exportadores de la cadena de la soja aportan anualmente al Estado paraguayo unos US$ 400 millones en concepto de impuestos”, José Berea, presidente de Capeco.

* Publicada en la edición impresa de Revista PLUS Mayo 2016

Ha corrido mucha agua bajo el puente, pero lo cierto es que ningún gobierno desde el 2003 ha tenido la voluntad política de incrementar los impuestos al exitoso sector de las multinacionales agroexportadoras. La polémica se vuelve a intensificar en la actualidad entre legisladores, periodistas, políticos y empresarios.

Analistas económicos argumentan que uno de los sectores más beneficiados con pingues ganancias derivadas de la explotación agrícola es el de las poderosas multinacionales exportadores de soja, que movilizan millones de dólares en facturación, así como importantes flujos financieros que los ubican como uno de los principales generadores riqueza en el país.

El valor de los envíos al exterior del producto estrella de la economía paraguaya es de unos US$ 4.000 millones al año, en promedio en los últimos años.

Sin embargo, este sector no se encuentra ubicado entre los principales contribuyentes al fisco y su aporte en concepto de impuesto a la renta no se compadece con ese nivel de riqueza que produce.

Ahora se lleva adelante un nuevo debate en el Congreso con 2 proyectos diametralmente opuestos para tributar a la soja (por facturación o por ganancias) mientras la oleaginosa continúa lejos de la justicia tributaria.

Los senadores Blanca Lila Mignarro y Fernando Silva Facetti presentaron un proyecto de Ley que pretende gravar el 20% sobre las utilidades de la soja en el primer año de vigencia de esta disposición y 10% a partir del segundo año. Además plantea una tasa del 15% para las personas físicas o jurídicas que exporten soja en grano, aceite de soja y harina de soja.

La senadora Mignarro indicó que la contribución que realizan las personas jurídicas que se dedican a la exportación de soja, en concepto de impuesto de las actividades comerciales, industriales y de servicios (Iracis) “es sumamente exigua con relación a los volúmenes comerciales que manejan y que, en su conjunto, no representa siquiera el 1% de los ingresos tributarios correspondientes a los gravámenes directos de este tipo”.

Si se aprueba el proyecto, no se les trasladará la carga impositiva a los productores, sino a comerciantes acopiadores y a las poderosas multinacionales exportadoras, indicaron los legisladores.

La actividad sojera es desarrollada fundamentalmente por grandes empresarios. Los grandes productores, con más de 500 hectáreas, que son alrededor de 4.000, concentran nada menos que el 85% de las 3 millones de hectáreas destinadas al cultivo de la soja y otros rubros de entrezafra, como el trigo, el maíz y el girasol, argumentó Mignarro.

Cartes le da la espalda al impuesto a la soja

El presidente de la República volvió a reconfirmar que está en contra del impuesto a la soja, respondiendo así a la pretensión de algunos senadores de gravar la oleaginosa. Se estudian 2 proyectos de Ley actualmente en el Congreso.

“Yo apuesto mucho más a que se agrande la cantidad de personas que pagan impuestos. Estoy seguro que estamos todavía entre un 35% o 40% de evasión fiscal, a pesar de la baja presión tributaria. Hay mucha gente que todavía tiene que pagar”, afirmó Cartes.

Siguiendo con esta línea, el primer mandatario cree que si se suben los impuestos, se va a perder competitividad y va a crecer la evasión.

“El atractivo que tiene el país para que vengan muchos inversionistas, es que Paraguay es el más barato para producir en la región. Y eso tiene un valor inmenso”, argumentó.

La otra cara

Según algunos analistas del sector privado, el gobierno se empecina en no gravar al agronegocio a pesar que tiene un alto impacto negativo en el medioambiente, responsable de la deforestación y contaminación de recursos hídricos.

Además por su bajo nivel de mano de obra, el campesino debe migrar por falta de trabajo. A todo este escenario se debe agregar que el aporte de los empresarios agroganaderos en materia de impuestos es ínfimo; tanto en lo referente a las ganancias así como los valores inmobiliarios.

Recordemos que actualmente el Estado paraguayo está teniendo problemas de recaudación de impuestos e inclusive tuvo que salir a emitir bonos para pagar deudas.

Aporte marginal

En Paraguay, el aporte de los empresarios del exitoso sector agropecuario es marginal y por lo tanto insignificante a la estructura de recaudaciones del Estado, publicó el Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CADEP).

El sector presentó de nuevo una baja participación en materia de pago de impuestos en 2015, que no condice con el tamaño de las multimillonarias cifras que maneja el negocio de los empresarios del campo.

En el caso de la renta agropecuaria, ello ocurre a pesar que el boom económico de la última década ha tenido como motor a la agricultura empresarial y los cultivos de renta con altos precios internacionales, según el reporte  “Monitoreo fiscal: evolución de las cuentas públicas del 2003 al 2015”.

Sin voluntad política

“El sistema fiscal en Paraguay y la política tributaria en particular está constituida en fomento de los estratos más altos de poder adquisitivo. En otras palabras, la política tributaria se articuló en un sistema de defensa de los intereses de los estratos encumbrados tanto en términos de personas físicas como de personas jurídicas, eso es así, y ha sido siempre así y no ha mejorado”, explicó el analista económico Ricardo Rodríguez Silvero.

Agregó además que el que gana mucho dinero paga lo mismo que el que gana muy poco o no gana nada. En esas condiciones el impuesto se vuelve sumamente regresivo. Esto significa, en términos proporcionales, que se cobra más a los que tienen menos y menos a los que tienen más. Esta es una definición básica de la que hay que partir para analizar el sistema tributario en Paraguay.

“Lo primero que hay que preguntarse es si Horacio Cartes tiene la voluntad política para cambiar hacia un sistema tributario más justo. Porque si no tiene ninguna voluntad como se ha visto en sus declaraciones ¿qué es lo que podemos esperar? Precisamente el caso paradigmático es el de los cereales y el de la carne vacuna, que son los productos estrella de la economía paraguaya y está bien que tengan mucho éxito. Pero cuando se tiene éxito y se tienen muchas ganancias hay que aportar más al fisco, eso es algo tan elemental que ya me da vergüenza ajena tener que decirlo”, sostuvo Rodríguez Silvero.

Hizo hincapié en que las personas que más ganan son los que más deben aportar al fisco, “Estoy hablando de ganancias; al Impuesto a la Renta Comercial, Industrial o de Servicios (Iracis). Es una vergüenza tener que constatar que la mayor evasión tributaria se da en los ingresos más elevados, las ganancias más elevadas. Y ojo, si el Ministerio de Hacienda con ayuda del Congreso Nacional no se atreven -en plural- a ponerle el cascabel al gato, dediquémonos mejor a mirar futbol”, ironizó el economista.

En las antípodas del análisis

Pero está la otra visión del negocio sojero, defendido por sus referentes. “Los productores, comercializadores y exportadores de la cadena de la soja aportan anualmente al Estado paraguayo unos US$ 400 millones en concepto de impuestos”, indicó José Berea, presidente de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco).

Comentó que los productores pagan varios impuestos entre ellos el IVA, el Iragro y el Impuesto Inmobiliario, mientras que el comercializador y el exportador de granos pagan el Iragro y el Iracis.

A la par, resaltó que el sector productivo genera un impacto económico importante en el país, ya que en la medida que fue creciendo el volumen de producción y en consecuencia la exportación; se tuvo una expansión considerable en la logística fluvial, pasando a registrarse de 15 a 35 terminales portuarias graneleras, además de sumarse 132.000 camiones en las rutas para transportar entre 12 y 15 millones de toneladas de alimentos.

También hizo hincapié en que gracias a la actividad agrícola se generan los nuevos polos de producción y desarrollo como Santa Rita, San Alberto, Naranjal, San Cristóbal, Katuete, La Paloma, Curuguaty, Hohenau, Obligado, Capitán Miranda, entre otros más.

Situación actual

La caída de los precios internacionales de los commodities y el elevado costo de producción redujeron ostensiblemente la rentabilidad de la producción agrícola, hecho que exigió a los agricultores a refinanciar y reestructurar sus deudas con el sistema bancario, agregó José Berea.

Debido a esto, cumplir con los compromisos financieros existentes con bancos y financieras llevará por lo menos 3 años.

“El mediano y el gran productor están endeudados por compra de insumos y maquinarias principalmente, pero el pequeño está comprometido con las casas de electrodomésticos”, analizó.

El titular del gremio espera que el clima colabore para que las próximas cosechas durante los próximos años sean positivas para que los agricultores puedan asumir sus responsabilidades.

Información poco clara

Según el economista Manuel Ferreira Brusquetti, de la consultora Investor, existe un sobreendeudamiento del agro de unos US$ 3.240 millones.

El ex ministro de Hacienda comentó que existen informaciones poco claras sobre la realidad del sector empresarial agroganadero que son difundidas a la sociedad, como por ejemplo que el porcentaje de rentabilidad de la soja asciende a 70%, cuando que hoy es nula o mínima la ganancia.

“Considero que hay una desinformación en la sociedad. Hoy algunos productores de soja lograron ganar algo, otros no. Pero los que van a plantar trigo y maíz, prácticamente lo hacen a sabiendas que dejarán pérdidas”, agregó.

Hacienda tampoco acompaña el impuesto a la soja

Por su parte, el titular del Ministerio de Hacienda, Santiago Peña, anunció que no acompañará la iniciativa que gravar la exportación de los granos, pues se ha demostrado que crear impuestos sobre la exportación de productos genera un impacto negativo sobre la economía.

El ministro indicó que “la realidad es que el mundo cambió en estos últimos 3 años. El precio de los commodities tuvo un desplome, una de las mayores caídas registradas en la historia y esto por supuesto afectó a la rentabilidad del sector agropecuario, en Paraguay y todo el mundo. Entonces, difícilmente nosotros podemos evaluar el éxito de esta reforma en función a los precios que se tenían en el año 2013”. 

Números del sector

Al cierre del ejercicio 2015 los envíos al exterior de la oleaginosa ascendieron a US$ 2.942 millones. Los principales exportadores del año pasado fueron las multinacionales Cargill y ADM, con más de US$ 600 millones cada una.

El rubro agrícola, en especial el de la soja, es uno de los que mayor desarrollo presentó a lo largo de estos años. El boom de la oleaginosa se instaló hace no más de 10 años, el país incursionó de manera enérgica en su plantación. Esta actividad lo llevó a ubicarse en el cuarto mayor exportador de soja a nivel mundial y el sexto lugar como mayor productor de este commodity.

Llamativamente, las multinacionales agroexportadoras: Cargill, ADM, Noble, Louis Dreyfus (LDC) y Bunge, que operan en el multimillonario negocio de la soja, sector que factura unos US$ 4.000 millones al año en promedio, no figuran entre los mayores aportantes del fisco paraguayo.

Soja y deforestación

Paraguay de un tiempo a esta parte viene atravesando incontrolables problemas de inundación. La creciente del río en el país y en la región apunta a ser una de las más complicadas de la historia. La deforestación para el cultivo de soja podría ser la principal causa de estas inundaciones que desplazaron a miles de personas.

El diario El País de España mencionaba que el fenómeno de El Niño ha traído más lluvias que las habituales al sur de América Latina, pero por sí solo no explica las crecidas de ríos que han obligado a más de 160.000 personas a evacuarse de sus hogares en Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay. El cambio climático torna más extremo este fenómeno que ha desbordado los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay, entre otros, pero hay más razones detrás.

Diversos expertos atribuyen la gravedad de las inundaciones a la deforestación que en los últimos años ocurrió en Paraguay, el sur de Brasil y el norte de Argentina para plantar soja transgénica. El oro verde modificado genéticamente ofrecía una alta rentabilidad durante los pasados años de bonanza de las materias primas, entre 2002 y 2014, y además soportaba las elevadas temperaturas de aquellas tierras antes pobladas de bosques nativos.

“El aumento de las precipitaciones y la significativa pérdida de cobertura boscosa en Argentina, Brasil y Paraguay, que se encuentran entre los 10 países con más deforestación de todo el mundo, no permitió la natural absorción del agua”, advirtió Greenpeace en un documento.

Es importante recordar que en estos países producen la mitad de la soja que se consume en todo el mundo.

El coordinador de la campaña de bosques de esta organización ecologista en Argentina, Hernán Giardini, explicó: “Los bosques y selvas, además de concentrar biodiversidad considerable, juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos. Son nuestra esponja natural y paraguas protector. Cuando perdemos bosques nos volvemos más vulnerables ante las intensas lluvias y corremos serios riesgos de inundaciones”.

Solo queda el 7% de la superficie original de bosques de la Selva Paranaense o Misionera, atravesada por los ríos Uruguay, Paraná e Iguazú, según Greenpeace.

“En Paraguay y Brasil ha sido prácticamente destruida, la mayor parte remanente se encuentra en Argentina”, añadió la organización ecologista.

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