La conquista de Pandora

* Crédito columna: Javier Barbero 

* Publicada en la edición impresa de Revista PLUS Julio 2016

Ya no nos sirven los protagonistas egocéntricos envueltos en glamour a quienes aplaudir o adorar.

El emprendedor debe reaprender a participar de sistemas integrados y desde allí reaprender sus prácticas.

Tradicionalmente las aproximaciones al emprender han tenido 2 corrientes. Una enfocada en la gestión (fundamentalmente en la confección de planes de negocios), y otra en la persona del emprendedor, tanto en su “espíritu” como en sus competencias.

Emprender se ha asociado a la creación de empresas, al desarrollo económico, a una fuerza con la cual los mercados se desarrollan. Incluso ser emprendedor aparece como una virtud.Como una facultad humana para transformar sueños en realidad.

Ya varios autores de bestseller nos han llevado a este reduccionismo un tanto peligroso por lo egocéntrico: ser un protagonista en el mundo y no una víctima.

Mi propuesta como coach sistémico es proponer en este artículo la utilización de la energía del emprender al servicio de Pandora, el mítico planeta que nos presenta la película Avatar.

No quedarnos solamente en un juego de egos conquistadores desde nuestros intereses mezquinos. Sino explorar –al menos sucintamente- que pasaría si a la fuerza arquetípica del emprendedor le asociamos el concepto de conciencia.

CLAVES PARA TRABAJAR

Para ello le llamaré a este protagonista un emprendedor sistémico. Un emprendedor que llega al mundo de Pandora y se reta a ir un paso más allá de conquistar un “algo”.

Porque no sólo se hace cargo de lo que sucede, ni de lo que quiere que suceda, sino también incorpora otros dominios de operativa estratégica por encima de sus deseos.

Para este emprendedor es fundamental trabajar en cuatro dominios. En primer lugar su estado de conciencia (desde dónde hago lo que hago). A continuación vienen sus prácticas (competencias para trabajar en equipo, inspirar a otros etc).

También debe considerar a la comunidad a la que pertenece (con su historia, su cultura, sus recursos). Y finalmente hacerse plenamente responsable de los resultados que genera (sistemas de gestión).

Así, este “lograr que suceda lo que quiero que suceda” aparece como una conjunción de estos 4 elementos donde tanto emprendedor como sistema deben “dialogar” para que el resultado del filme no sea una vez más el planeta desangrado, los buenos contra los malos o el emprendedor exitoso que se convierte en gurú y saca un bestseller.

Esta mirada, entonces, se escapa de la forma tradicional de entender el emprendimiento. Fundamentalmente porque el emprendedor se hace cargo de incorporar integradamente aquellos dominios que por lo general son descuidados.

Ese descuido es lo que luego vivimos mediante diferentes resultados como ineficiencia, inequidad, abuso, masacres ecológicas en el más amplio sentido de la palabra y violaciones culturales.

COORDINACIÓN DE ACCIONES

Así, integrándolos, cada uno de estos dominios se va transformando unos palanca de otros. El acceder a espacios más inclusivos e integradores de conciencia sistémica permite la emergencia de la confianza/amor, que desde el coaching ontológico –juzgamos- resulta determinante porque como expresa Maturana somos seres sociales constituimos desde esa red antropológica.

Sólo desde redes de conciencia es posible la coordinación de acciones que conciben a la vida y al mundo como un sistema vivo para cocrear bienestar colectivo y no sólo para conquistar a Pandora y explotar sus minerales mágicos.

¿Cómo acceder entonces a procesos de coaching que nos lleven –si queremos- de una conciencia egocéntrica a una conciencia sistémica emprendedora?

Si lo vemos linealmente, el recorrido que estaríamos buscando es el de pasar de víctima (ser pasivo), a protagonista (ser responsable), y de allí a emprendedor integral (ser en el mundo).

En esta nueva configuración un ser humano no sólo se hace cargo de su vida y sus decisiones, sino también se ocupa por el espacio colectivo del que forma parte.

LAS NUEVAS MIRADAS

El emprendedor debe reaprender a participar de sistemas integrados y desde allí reaprender sus prácticas y repensar los resultados que obtiene.

Debe tener pericia técnica y metodológica. Pero también la suficiente empatía como para darse cuenta que en los bosques de Pandora cuando se corta un árbol todo el bosque gime.

Ya no nos sirven los protagonistas egocéntricos envueltos en glamour a quienes aplaudir o adorar. De hecho la irrupción inminente de los millennials anuncia el fin de este paradigma egocéntrico y la aparición de calidad de vida por encima de alineación laboral, de redes, de conectividad, de liderazgo centrado en el respeto.

¿Qué podemos hacer los coaches para apoyar el salto hacia el emprendimiento sistémico?

Reconocer que para nuestros clientes no todo pasa por nuevas acciones o nuevas miradas sobre sí mismo.

También generar programas de expansión de posibilidades que incorporen tanto los aspectos internos (conciencia y comunidad), como externos (prácticas y resultados).

Tal vez también crear viajes a Pandora para que ella –inspirándonos- también nos emprenda.

2016-07plus

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