Ralentización del crecimiento económico exige mejores estrategias

* Crédito columna: Verónica Serafini, Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CADEP).

Luego de más de una década de crecimiento económico relativamente alto, con un promedio de 5,5% anual, en los últimos años el PIB viene aumentando a un ritmo menor de 4% anual. Como resultado de la ralentización de la economía paraguaya, se comienzan a ver tendencias preocupantes que pueden y deben ser revertidas con mejores políticas públicas.

Si con altas tasas de crecimiento el Paraguay no pudo reducir sustancialmente la pobreza, y menos aún la desigualdad económica, en la situación actual es completamente probable que los pocos avances logrados se estanquen y que, inclusive, haya retrocesos. Un nuevo escenario que debería ser considerado en el ámbito político.

Como se puede ver en el siguiente cuadro construido a partir de los documentos “Indicadores de empleo 2012-2016” y “Principales resultados de pobreza y distribución del ingreso 2016” publicados por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), el desempleo tiene una tendencia a aumentar y la reducción de la pobreza a estancarse.

Un dato significativo es que la población económicamente activa (PEA) rural está disminuyendo, tanto en términos relativos como en valores absolutos. Esto significa que una parte de la población que quiere trabajar está saliendo del campo para trasladarse a las ciudades, donde la demanda laboral no crece tan rápido, ni en cantidad ni en calidad. Entre 2012 y 2016 la oferta de trabajo rural cayó 3,8% y la PEA urbana aumentó 9,9%.

La crisis económica en el sector rural se refleja en la agudización de los conflictos por la tierra, en la reducción de la producción de alimentos y el consecuente aumento de precios de los mismos en las ciudades, en las denuncias de corrupción y de mala gestión en las políticas de agricultura familiar y en las pérdidas de cosechas causadas por ciclos cada vez más irregulares de lluvias, granizadas, sequías, heladas y desastres naturales asociados con el cambio climático.

El sector urbano, especialmente Asunción y las ciudades del departamento de Central, recibe este aluvión de personas sin poder dar respuestas a la gente que viene del campo a buscar una vida digna mediante un trabajo.

El malestar citadino se manifiesta muy violentamente en las demandas de expulsión de limpiavidrios y cuidacoches, en la queja por la llegada de las marchas campesinas y la agresión verbal a los campesinos. Un rechazo que viene, inclusive, de las autoridades, quienes deberían estar diseñando políticas para que el crecimiento se vuelva más inclusivo en este contexto de ralentización económica.

Al analizar los datos de la Encuesta Continua de Empleo (ECE), también publicada por la DGEEC, en Asunción y áreas urbanas del departamento de Central se observa una tasa de desempleo (8,9%, 2do. Semestre 2016) superior al promedio urbano nacional (7,2%).

Esto significa que en el segundo semestre de 2016 había unas 108.000 personas desempleadas y en el mismo periodo de 2017 alrededor de 111.000. Una parte importante de esta población es la misma que está dejando el campo. Esta cantidad de personas desempleadas en Asunción y Central es equivalente a toda la población de 15 a 64 años de edad de por lo menos cinco distritos: Ypané, Ypacaraí, Villeta, Nueva Italia y Guarambaré. Es como si toda la población de ese grupo de edad de estos distritos estuviera sin empleo.

La falta de un empleo no significa solamente la ausencia de ingresos y pobreza económica. El empleo es, además, la vía de acceso a la seguridad social, a la integración en otros colectivos como las asociaciones o sindicatos que implican capital social y es, principalmente, una fuente de dignidad por la autonomía económica y política que trae consigo.

El contexto actual exige un análisis en profundidad de los vínculos entre el crecimiento, el empleo y la pobreza que permita diseñar e implementar políticas para hacer que los pocos avances logrados en las décadas recientes no se pierdan con el actual menor ritmo de expansión del PIB.

 

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