¿Quiénes son mis grupos de influencia y por qué deberían importarme?

Crédito columna: Alexandra Cortese, Msc. Comunicaciones y Reputación Corporativa – Ecobrand.

Los grupos de influencia (o en inglés, stakeholders) son, como lo dice su nombre, personas que poseen influencia sobre una organización o que pueden ser influenciadas por ésta.

Según Davies et. al. (2003) “los stakeholders son personas o grupos de personas que pueden ser beneficiados o dañados por, y/o beneficiar o dañar a las operaciones de una organización”.

Sin embargo, ¿quiénes son estas personas? ¿Cómo los identificamos? ¿Qué tanta influencia tienen o pueden llegar a tener en nuestras organizaciones? Voy a dedicar un par de artículos a explicar la importancia de los stakeholders y cómo identificarlos en nuestras operaciones diarias, ya que su buen (o mal) manejo puede incidir profundamente en la reputación de las organizaciones.

Los stakeholders son, la mayoría de las veces, accionistas, inversionistas, colaboradores, clientes, potenciales clientes, el gobierno, los medios de comunicación, los sindicatos, instituciones financieras, proveedores, competidores y la comunidad en la zona de influencia de la organización ¡Son muchas personas!

Sin embargo, el grado de influencia o importancia que tengan es variable y por ende, la atención y los recursos que debamos destinar a construir un buen relacionamiento con ellos. En Paraguay, por lo general, los grupos de influencia más importantes son los colaboradores y clientes. En otros países donde las empresas cotizan en bolsa, los accionistas e inversionistas encabezan la lista. Los grupos de influencia pueden ser categorizados en tres tipos: los grupos esenciales, los requeridos y los deseables (Podnar y Jancic, 2006).

Los grupos esenciales son, nuevamente, los colaboradores, clientes, potenciales clientes, accionistas, proveedores, medios de comunicación y los competidores. Son los grupos que tienen mayor poder en las organizaciones, o viceversa y juegan un rol crucial para el logro de los objetivos empresariales u organizacionales. Fidelizar y entender a estos grupos debe ser prioridad, ya que pueden ser los mejores aliados o los peores enemigos.

Existe una segunda categoría, los grupos requeridos, donde entran por lo general las instituciones financieras, los líderes de opinión, los gremios y asociaciones, partidos políticos, el Estado, entre otros. Estos grupos tienen menos poder sobre los objetivos organizacionales, pero su influencia es todavía substancial, por lo que construir un buen relacionamiento con ellos puede otorgar ventajas.

La última categoría, los grupos deseables, se conforman por las familias, la comunidad local, fundaciones, organizaciones religiosas y deportivas, etc. Estos grupos tienen menos poder sobre los objetivos organizacionales y no cuentan con influencia inmediata. Sin embargo, la construcción de un relacionamiento con estos stakeholders puede también traer beneficios.

Es de suma importancia entender que cualquiera de estos grupos de influencia puede adquirir poder en ciertas situaciones, especialmente cuando se desatan crisis, por lo que es clave identificarlos y trabajar con ellos al menos a cierto nivel.

EL PAPEL AGUANTA TODO

Es fácil decirlo pero a la hora de ponerlo en práctica podemos darnos cuenta que construir un relacionamiento con todos estos grupos de influencia no solamente es difícil, sino es contradictorio.

Muchos de estos stakeholders tienen intereses que chocan. Los accionistas pueden requerir que se reduzcan los costos y los colaboradores pedir un aumento, la comunidad local puede quejarse del establecimiento de un local en una zona residencial, pero los clientes requieren que el local esté ubicado en esa zona específica, etc.

Así que ¿cómo hacemos para lidiar con intereses contradictorios? No existe una respuesta concreta, pero si existen herramientas que pueden ayudar a clasificar la relevancia de cada grupo en cada situación, de manera tal a medir el impacto de las decisiones que sean tomadas. (Continúa en el próximo artículo).

 

“El hombre de negocios solo es tolerable mientras sus ganancias puedan tener alguna relación con lo que, en términos generales y en cierto sentido, sus actividades han contribuido a la sociedad». John Maynard Keynes.

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