La era de las 3 “i” vs el valor sostenible de las marcas

Ingresos, innovación, inteligencia artificial; probablemente los términos más escuchados en la era del siglo XXI, predicado por seres racionales, que imponen metas que esfuerzan al ser humano en ir más allá de lo tangible, para esforzarlo a ser creativo, sobrepasando sus límites y expectativas.

Crédito columna: Carmiña Cilia Santomé. Founder & CEO de La Tua Mela, consultoría institucional y RSE.

Sin embargo  en el horizonte de los negocios y más allá de las necesidades de la empresa, de generar utilidades con sus productos, se impone una realidad de crear de manera consciente el valor sostenible de las marcas, priorizándolas sobre el concepto que parece ya hoy abreviado de ser rentables.  Para hacer empresa, este valor reditúa a la sociedad y convierte los valores y el capital humano, en los primeros indicadores de satisfacción de las compañías que con mentes eficientemente tecnológicas, es el salto plus y el foco que llama la atención e invita a invertir en valores, reales y no virtuales.

La empresa socialmente responsable es aquella que tiene un compromiso consciente y congruente de cumplir íntegramente con su finalidad, en todas sus dimensiones tanto en el ámbito interno como externo de la empresa, demostrando el respeto por los valores éticos, su gente, la comunidad, el medio ambiente y la construcción del bien común. Es la conciencia del comportamiento y la acción de mejora continua y consistente, que hace posible a la compañía ser más competitiva, cumpliendo con las expectativas de todos sus participantes y de la sociedad en general, respetando la dignidad de la persona y de las comunidades en que opera.

Integrar al equipo humano interno y externo que lleven en alto el nombre de una marca, parece ser el ritual que empodera, humaniza y desciende a la realidad a las personas, aumentando el orgullo de pertenencia de quienes lo hacen posible y desarrollando el compromiso con una causa a través del espacio que cada uno siente como suyo día a día. Y aunque falte aún en la mirada de hoy de muchos empresarios, los que la emprenden en su cuota de mercado, saben que suma a la cuenta del salario emocional que tanto escuchamos hablar y hacen de éste un espacio común donde todos estamos de acuerdo.

¿Se han humanizado las empresas? Si bien la chispa recién se enciende, hay una luz de esperanza que nos hace pensar que lo humanos todavía sentimos, nos importamos con la realidad y tomamos conciencia que, si bien la tecnología edifica, no podemos perder nuestra esencia y tomamos nota de nuestra realidad, que no es virtual.

Carmiña Cilia Santomé.
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