Plan estratégico y presupuesto 2020: Recalculando

Siempre hemos tenido que revisar nuestros planes y tener el valor de cambiar sobre la marcha, pero ahora no es una opción. O recalculamos o desaparecemos. 

Crédito columna: Hugo Brunetta.

Transcurre septiembre de 2019 y las empresas trabajan denodadamente en sus presupuestos para el siguiente año; y estudian las tendencias y a la competencia para delinear nuevas estrategias o confirmar las que están en curso. Se preguntan por factores macroeconómicos de su país y de la región -en algunos casos-, todos hacen su aporte y finalmente, algún viernes de octubre se presenta el plan estratégico y presupuesto 2020. 

Todos felices, se terminaron las corridas por este año. Gran empresa o pyme, con mayor o menor detalle, todos trabajan en un pronóstico y una hoja de ruta para el próximo año. Y eso está muy bien.

En diciembre de 2019, comienzan a verse las primeras noticias sobre el coronavirus en China, pero no importa porque está lejos. Y son cosas que les pasan a los chinos y además ya superamos todo tipo de enfermedades epidémicas y pandémicas. Y aquí estamos.

¿Tendríamos que revisar el plan 2020? Preguntó el mismo pesimista de siempre. La respuesta generalizada fue negativa, por supuesto.

Con el diario de ayer es muy sencillo, ¿verdad? Pero en realidad ¿No hubo nada que hayamos podido suponer? ¿Es esto un cisne negro? 

Entiendo que nadie imaginaba el ataque del 2001, pero una pandemia no es nada nuevo para la humanidad y el tema arrancó en el mismísimo año en que las empresas planificaban el siguiente. Más o menos como si el chef del Titanic hubiera estado planeando el menú para el día siguiente después de haber recibido la noticia del choque, aunque no lo sé, tal vez lo hizo. Después de todo siempre se dijo que muchos pasajeros siguieron bailando en la cubierta mientras el barco comenzaba a hundirse.

Ahora toca entender el nuevo escenario, dando tal vez por perdido el primer semestre en su totalidad; y entendiendo que probablemente este 2020 no sea recordado como el mejor año en la historia de ninguna empresa. 

Entre otras cuestiones de la nueva planificación, tendremos que revisar los siguientes aspectos.

– Reformular el presupuesto de ventas en función de múltiples variables

– Revisar la estructura comercial: reasignando zonas, clientes, líneas de productos y todo lo que deba ser reasignado

– Nueva estrategia de marketing (tal vez no es el área donde tengamos que hacer el corte presupuestario)

– Mejorar definitivamente la experiencia del cliente (los clientes vivirán un mayor período de sensibilidad y no estarán dispuestos a aguantar fallas en el servicio o en la atención)

– Trabajar como nunca antes sobre los datos, la información y el conocimiento (será el semestre de la inteligencia de negocios)

– Eliminar gastos superfluos

– Hibernar las inversiones no prioritarias

– Reordenar los roles y tareas de los colaboradores

– Optimizar el tiempo. Por ejemplo, sin reuniones, informes y viajes que sabemos no van a cambiar en nada los resultados positivos

– Entender en qué estado ha quedado el consumidor después de esta experiencia estresante para modificar canales, formas de comunicar y mensajes

– Mejorar los aspectos relativos a la tecnología

– Capacitar al personal en nuevas competencias

– Buscar nuevos nichos de mercado tal vez cambiando solo la óptica de nuestra mirada

– Ser más creativos

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