Balance entre el trabajo y la vida

Empezar este artículo con la vista del mar mediterráneo es un buen inicio y cabe destacar que ya no estoy de vacaciones.

Crédito columna: Alexandra Cortese, cofundadora y gerente general de Row Comms.

El home office nos ha dejado importantes legados, pero también lecciones; es factible e incluso eficiente trabajar a la distancia, pero a la vez, las reuniones presenciales son mejores para hacer volar la creatividad.

Asimismo, las largas horas de oficina no son sinónimo de mayor productividad, pero a la vez, no tener horarios establecidos de entrada y salida puede terminar en pedidos laborales las 24 h.

Esta realidad nos presenta el desafío de redefinir el concepto de balance y abrir las posibilidades a nuevas formas de trabajar y vivir.

Hace poco vi una charla de Simon Sinek que hablaba del balance entre la vida y el trabajo. El reconocido autor empieza diciendo que para encontrar un balance se requieren dos fuerzas opuestas y ¿por qué serían opuestos el trabajo y la vida?

La manera tradicional de trabajar se basa, hace décadas, en los horarios fijos donde en ciertas horas no podemos hacer otra cosa que trabajar y donde tenemos un tiempo planificado -fuera del horario laboral- para hacer las demás actividades que nos hacen bien al cuerpo y al espíritu.

Sin embargo, ¿qué sucede un día donde no podemos concentrarnos y lo que necesitamos es una pausa? O lo opuesto; ¿qué pasa si un domingo nos despertamos inspirados con alguna nueva idea? 

El balance entre la vida personal y laboral puede consistir en una mezcla de ambas actividades, respetando con mucha disciplina nuestros propios tiempos, propone el autor.

Podríamos llamar a este concepto “flexibilidad” y considero que haciendo home office aprendimos algo de ello.

Pero, por otro lado, es importante destacar los grandes desafíos que supone su puesta en práctica. Es una realidad que esta flexibilidad no aplica a todas las industrias y cargos y que la mayoría de las veces, uno no puede desconectarse de compañeros y clientes en días y horarios laborales. Asimismo, este concepto requiere de mucha disciplina por parte de los equipos.

Lo que si puedo observar es que esta manera flexible de trabajar y vivir puede ser aplicada de manera paulatina y de distintas formas.

Es así que, por segunda vez, decidí poner el modelo a prueba: mezclar el trabajo con una de las actividades que hacen bien al espíritu. Una de mis pasiones es viajar y me atrevo a decir que muchas personas la comparten.

Soy una convencida de que viajando se aprende mucho, se vive distinto y se abre la mente a la creatividad.

Hace unos años los viajes se limitaban solamente a “las vacaciones de enero”, pero ¿por qué no probar la combinación de viajes de placer y el trabajo a distancia? En mi experiencia, trabajar desde un lugar soñado es un desafío que requiere mucha disciplina (¡claro que es más tentador estar en la playa tomando un mojito!) y también requiere de cierta estructura en cuanto a los tiempos.

También es complejo entender cuáles son los tiempos donde nos tomamos las vacaciones y cuáles son los tiempos donde estaremos conectados. Sacando esto de lado, es una de las mejores maneras que encontré de experimentar esa “nueva forma de trabajar y vivir”.

Uno de los sueños que tenía cuando emprendí fue el de construir empresas que puedan operar sin necesidad de que deba estar yo o la gran mayoría del staff de manera presencial. Luego con la pandemia, este modelo se impuso y es una de las cosas positivas que rescato de este fenómeno que nos tocó vivir.

Hoy, muchas empresas están adoptando este modelo de mayor flexibilidad en cuanto a días, horarios y presencialidad lo cual abre un mundo de posibilidades y, en mi opinión, permite disfrutar más de tanto el trabajo como la vida fuera de lo laboral. Esto no significa que eliminar los horarios y las oficinas sea lo correcto, porque como se menciona al inicio, estos factores son importantes para el buen funcionamiento de los equipos y también para un orden en nuestras vidas.

No obstante, creo que es momento de eliminar la rigidez de las tradicionales estructuras laborales e iniciar un camino híbrido donde, como dice Sinek, el trabajo y la vida no sean fuerzas opuestas; donde los tiempos de vacaciones y laborales no sean necesariamente fijos y donde podamos crear esas mezclas que nos permitan ir más veces y por más tiempo a orillas del Mediterráneo.

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