Mujeres del Gran Chaco Americano gestan el desarrollo sustentable de su región

El proyecto “Por nuestro Gran Chaco Sustentable”, que se implementa en el Chaco argentino, paraguayo y boliviano, tiene como principales aliadas a las mujeres.

Su trabajo permite que, de forma paulatina, haya mejoras productivas sin dañar el medioambiente de una región que se caracteriza por un clima seco.

De no conocer experiencias sustentables a generarlas desde el protagonismo, diferentes comunidades del Gran Chaco en Bolivia, Paraguay y Argentina han transitado y desarrollado el proyecto “Por nuestro Gran Chaco Sustentable”. Hoy son las mujeres de las comunidades, quienes apuntalan la mejora de las capacidades productivas, técnicas y mecanismos locales para reducir el impacto medioambiental y generar un desarrollo territorial sostenible.

El Gran Chaco Americano es el segundo ecosistema más grande de Sudamérica, después del Amazonas, con un territorio de más de un millón de km2 donde coexisten 7 millones de personas, 30 etnias, 29 lenguas, 53 sistemas ecológicos diferentes y 4.000 variedades de plantas. A pesar de los muchos esfuerzos, es una de las zonas del continente más afectadas por el cambio climático, la deforestación (13 mm de ha deforestadas en los últimos 20 años), la pobreza, la falta de políticas públicas y económicas que reconozcan su diversidad, potencial y ubicación geográfica estratégica.

La primera capitana de la comunidad boliviana Ñaurenda, Lucía Garay, narra que, “Antes no podíamos sembrar porque no conocíamos cómo hay que hacer, cómo hay que mantener la tierra, hemos aprendido a cuidar el medio ambiente, de cómo no botar basura y cuidar el río; me han enseñado el manejo del monte. Ahora planificamos qué hacer con el territorio. Una parte designamos para aprovechar y otra para cuidar el monte”.

Ante esa realidad, se han generado cambios sostenibles en el territorio y se lograron importantes avances con el apoyo técnico del proyecto.

A mediados de febrero, en las ciudades de Santa Cruz (Bolivia), Asunción (Paraguay) y Tucumán (Argentina) se llevaron a cabo los encuentros denominados, “Diálogos para la gobernanza y gestión territorial del Gran Chaco Americano”. En dichos eventos, con la participación de representantes de organizaciones y comunidades de toda la región del Gran Chaco Americano, se presentó el mecanismo de sustentabilidad, un instrumento que promueve acuerdos entre actores basados en información adecuada y pertinente; y utiliza y comparte información sobre experiencias, buenas prácticas e instrumentos para alcanzar estos acuerdos, teniendo la posibilidad de ser implementados por entidades subnacionales (municipios, regiones, departamentos, provincias, municipalidades o distritos), permitiendo también el monitoreo de la conservación de funciones ambientales/servicios ecosistémicos para la toma decisiones a nivel regional.

Blanca Vaccari, de la Asociación de Apicultores Eireté Pantanal, en la población de Fuerte Olimpo del Chaco Paraguayo, afirma que, “Uno no necesita dañar la naturaleza para producir y comer, por eso para nosotros la apicultura es muy importante porque es uno de los rubros que se puede desarrollar sin dañar el medioambiente”.

Esa organización pudo contar con un respaldo del proyecto que permitió que cada apicultor comience con una caja y, de acuerdo con su esfuerzo y crecimiento, pueda llegar a tener cinco, 10, 20, 50 y hasta 100 cajas de producción de miel agroecológica, ya que su región es libre de agrotóxicos.

Las acciones que se realizan en todo el Gran Chaco Americano buscan mejorar las capacidades productivas de los pobladores y los productores, en el marco de las estrategias de conservación de las funciones ambientales, y enfrentando los desafíos que surgen de los efectos del cambio climático. Para lograr este fin, se pone particular atención en valorizar y difundir los conocimientos locales y las buenas prácticas.

En general, se promueve el desarrollo de estrategias de resiliencia de la población del Chaco, que permitan el ejercicio de sus derechos humanos (económicos, sociales, culturales, políticos) y respeten y preserven las funciones ambientales de su territorio.

María Romero, de la comunidad Wichi del Chaco Argentino, valoriza la transmisión de experiencias que recibieron de comunidades de Bolivia para implementar sus huertos familiares y producir alimentos para sus familias. “Hemos aprendido nuevas técnicas y ahora las usamos por el bien de nuestras comunidades, garantizando su alimentación”, afirma.

Todo este trabajo se llevó adelante con el apoyo de la Unión Europea en Bolivia, ICCO Cooperación, Cerdet, Fundación de la Cordillera, COOPI, Tierraviva y Fundapaz, en coordinación con la Zicosur (Zona Integración Centro Oeste de América del Sur).

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