Silvio Pettirossi: el aeropuerto de la incoherencia

Crédito columna: Alejandro Kladniew, socio gerente de Paraguay Development SRL.

Lamentablemente en la mayoría de los países de la región, hay una enorme carencia de acuerdos básicos de gobernabilidad entre los partidos políticos más importantes, que estimulan (entre otras calamidades), idas y vueltas constantes en decisiones que afectan la vida cotidiana de la población y también al crecimiento socioeconómico de los países y de la gente.

Las palabras largo plazo, previsibilidad, servicio público y sentido común, suelen estar ausentes en el diccionario de quienes gobiernan y de las oposiciones de turno.

Es decir, somos de alguna forma espectadores de peleas, discusiones y resoluciones que, en muchas ocasiones, tienen que ver con diferencias que se dan por intereses de tipo personal o corporativo, más que por el bien común.

En el caso del aeropuerto más importante de Paraguay, resulta paradojal que todos los partidos estén de acuerdo en el diagnóstico de que resulta inadecuado a las necesidades actuales y en el pronóstico de que se debe hacer uno acorde. Es decir, en un problema en el que están todos de acuerdo, muy poco se hace.

Desde hace muchos años se viene discutiendo el destino del aeropuerto Silvio Pettirossi, el más importante del país. Si hay que privatizarlo (recordemos de una licitación trunca que comenzó en el año 2010), si hay que mudarlo de su emplazamiento actual, si la inversión debe hacerla el Estado y de otros tipos de posiciones que no dejan de ser válidas para encontrar una resolución seria del tema. 

En el medio de estas discusiones, se han hecho algunas mejoras en la terminal que lejos están de resolver la operación actual de la estación aérea y mucho menos de satisfacer cualquier tipo de crecimiento o desarrollo futuro.

Si “como muestra vale un botón”; resulta ser muy lamentablemente grotesco ver y estar en la terminal aérea cuando se debe despachar el vuelo de Air Europa a Madrid, esto ya sea en la zona de check-in o la de embarque. Entre tantísimas cosas que ocurren y no debieran ocurrir, hay una básica y esencial: el aeropuerto no fue diseñado y tampoco actualizado para vuelos de aviones de gran porte y no hay forma que de una manera lógica y organizada pueda atender a tanta gente, sin que la fila, por ejemplo, cruce a los pasajeros que están haciendo los trámites de chequeo para abordar otras líneas aéreas a otros destinos.

Similares situaciones pasan cuando se debe abordar el avión en la zona de mangas. He viajado por el mundo y no conozco ningún aeropuerto que despache este tipo de aviones en espacios tan reducidos, incómodos e inadecuados.

El aeropuerto paraguayo, es por lejos, el peor de la región en términos de servicios, comodidad y espacio.

Es imperativo preguntarse entonces por qué no se puede avanzar en la concreción de tener una terminal aérea acorde a las necesidades del país, si casi todo el espectro político dice que considera que es necesario materializar esta obra.

Resulta difícil comprender que habiendo tenido la macroeconomía del Paraguay resultados muy positivos en las últimas décadas y del permanente discurso de que se desea atraer y desarrollar inversionistas e inversores y turistas y turismo; el tema de una nueva terminal aérea siga congelado.

Ya se ha demostrado, asimismo, que el aeropuerto Silvio Pettirossi tiene un potencial de tráfico de pasajeros por encima de las necesidades propias de Paraguay, siendo el aeropuerto internacional de entrada y salida de muchos vecinos de Argentina, que lo utilizan para sus viajes de placer o negocios.

Para corroborar esto, solo hace falta darse un paseo por el estacionamiento y observar la cantidad de patentes argentinas de los vehículos aparcados allí por varios días. Esta situación debemos clarificar, en nada se debió a la gestión o iniciativa de quienes tuvieron y tienen a su cargo la terminal aérea y menos a la gestión de ningún gobierno, sino a la inteligencia de algunas de las líneas aéreas que pudieron entender que había un mercado sin satisfacer del otro lado de la frontera y lo desarrollaron.

Más allá de la mirada a largo plazo que implica la concreción potencial del proyecto de un nuevo aeropuerto, la construcción de una nueva terminal, hay que también analizar y evaluar desde la perspectiva de la cantidad de puestos de trabajo y del movimiento económico que se dará durante su ejecución.

No deja de resultar a su vez llamativo, que países vecinos con fuerte concepción estatista como Argentina y Uruguay, no han dudado en privatizar sus terminales aéreas, y hasta el comienzo de la pandemia, la cantidad y frecuencias de vuelos no dejaron de crecer en ambos países.

En momentos en que localmente en Paraguay tenemos serios problemas de crecimiento por la alta dependencia económica del sector agropecuario y la causa de la crisis meteorológica e hídrica, entendemos que resulta más que propicio retomar el tema de construir una nueva terminal aérea, que realmente no solo será una inversión productiva en el corto plazo para reactivar y dinamizar la economía y el empleo; sino que debería ampliar la participación del sector de servicios dentro del PBI del país.

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