Los paraguayos brindan colorido y festivo recibimiento a su primer cardenal

Asunción, 1 sep (EFE).- Los paraguayos recibieron este jueves con júbilo a su primer cardenal, Adalberto Martínez Flores, cuya creación en el consistorio en Roma marcó un hito para su país, donde hace 475 años fue fundado el primer obispado del cono sur de América.

A bordo de un autobús descapotado y escoltado por motociclistas de la Policía, Martínez se desplazó acompañado de una nutrida caravana de vehículos desde el aeropuerto Silvio Pettirossi, situado en la localidad de Luque, hasta la Catedral Metropolitana de Asunción, en pleno corazón de la capital paraguaya.

El ambiente festivo, característico en este país de celebraciones futbolísticas, se apoderó de las calles por las que discurrió la fila de automóviles, mientras un emocionado Martínez bendecía con cariño a los feligreses que, banderas o móviles en mano, saludaban y arengaban al jerarca católico.

Martínez, que en febrero pasado fue designado arzobispo metropolitano de Asunción, aterrizó en su país hacia 05.15 hora local (09.16 GMT). En el aeródromo le esperaba un coro de niños y distintas personalidades de Luque, que obsequiaron al flamante cardenal un crucifijo de filigrana en plata, típico de su país, y que él de inmediato se colocó.

«Realmente, no esperaba un recibimiento así», afirmó el cardenal en medio de un enjambre de periodistas que lo aguardaba en el aeropuerto e insistió en que su nombramiento es un «homenaje de amor» del sumo pontífice a Paraguay.

Ya en Asunción y en un acto al que asistieron representantes del Gobierno del presidente del país, Mario Abdo Benítez, y distintas personalidades locales y extranjeras, Martínez confesó su emoción y rememoró el breve diálogo que sostuvo con el papa cuando le entregó el birrete y el anillo de purpurado.

«Me preguntó: ‘¿Me trajiste la chipa?'», comentó de manera jocosa el jerarca en alusión a un panecillo típico de la gastronomía guaraní, preparado a base de fécula de mandioca o yuca.

«En realidad después le entregué, porque yo en ese momento no podía cambiar un anillo por la chipa», agregó Martínez, que con su gesto de cercanía se ganó las risas de los asistentes.

En su discurso, en el que no ahorró agradecimientos a sus colegas obispos, fieles y a la prensa, destacó que «esto de Paraguay en espera de 475 años para nombrar un cardenal se mundializó».

«La Iglesia y el pueblo paraguayo se han unido y asumido como propio este regalo que nos hace el papa Francisco de crear el primer cardenal hijo de esta hermosa tierra», sentenció.

En ese sentido, recalcó que esta investidura lo desafía a poner todo el empeño para constituirse en un «punto de apoyo, en un puente, en un factor para el encuentro, el diálogo y el entendimiento entre los paraguayos».

Por su parte, el nuncio apostólico en el país, Eliseo Ariotti, resaltó que el nuevo cardenal «configura un vínculo histórico más fuerte entre la Santa Sede y el Paraguay».

Y trayendo a colación un apunte histórico, recordó que la ceremonia de este jueves tuvo lugar en la explanada «de la iglesia madre del cono sur de América Latina», en alusión al obispado del Río de la Plata, que fue creado hace 475 años.

«Aquí estamos celebrando que nosotros que nos considerábamos como algo del último lugar, mediante tu constitución como cardenal, fuimos invitados a un asiento enaltecido», señaló, a su turno, en su intervención el obispo de la ciudad de San Pedro, el canadiense Pierre Jubinville, que describió como «un gran honor» tener a un nuevo cardenal paraguayo.

Martínez Flores, quien nació en Asunción el 8 de julio de 1951, fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1985. EFE

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