La agroindustria es un sector clave para abordar los desafíos del próximo gobierno de Santiago Peña

Crédito columna: Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro).

En este 2023 se cumplirán ya 10 años de la puesta en marcha de las últimas grandes inversiones que ha tenido Paraguay en el procesamiento de oleaginosas, inversiones que permitieron llevar la capacidad para agregar valor de 1,5 millones de toneladas a 4,5 millones de toneladas por año, aunque este valor se redujo a 4,2 millones de toneladas anuales luego de la decisión de una de las fábricas de suspender su operación de molienda, por falta de políticas industriales.

Los constantes cambios en las reglas que afectan a la competitividad del sector que se dieron desde aquél entonces han limitado en gran medida las inversiones en la industria aceitera, a pesar de que todavía tenemos un importante espacio para seguir creciendo si consideramos que la producción de soja, la principal oleaginosa del país, se sitúa alrededor de los 10 millones de toneladas anuales (de darse condiciones climáticas normales) y podría incluso ir mejorando conforme avanza la tecnología.

Considerando este potencial y los desafíos a los que se enfrentará el gobierno electo de Santiago Peña (que asumirá el próximo 15 de agosto), de generar más y mejores puestos de trabajo en el país en medio de un contexto local e internacional muy complejo, reiteramos nuestro compromiso de trabajar en forma coordinada con el sector público para generar las condiciones propicias para atraer más inversiones al sector y consolidar la industria aceitera y en forma paralela, trabajar en el desarrollo del resto de la cadena de valor de las oleaginosas, a través de la transformación de proteína vegetal a animal, el desarrollo de la industria alimentaria u otras que utilicen como insumos los derivados de la industria aceitera o la generación de energía de fuentes renovables.

Estamos convencidos de que la consolidación del sector de la industria aceitera será vital para el desarrollo sostenible de la economía paraguaya, convirtiéndonos en una potencia industrial sin perder e incluso potenciando las ventajas que ya hemos desarrollado en nuestras actividades agropecuarias.

Para conseguir esta consolidación se debe apuntar a una política industrial clara y previsible, que permita a las agroindustrias nacionales competir en igualdad de condiciones con fábricas de otros países, que protegen sus mercados para el ingreso de productos con valor agregado y facilitan el ingreso de productos en estado natural para aprovechar los beneficios de su industrialización, apuntando a dar mayor valor agregado, tanto a las materias primas agrícolas que ya producimos como a las que puedan importarse bajo un régimen flexible adecuado a las particularidades del sector.

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