¿Cómo puede afectar demográficamente a la región la situación de Argentina de cara a las próximas elecciones presidenciales?

Pensando el futuro mediato.

Crédito columna: Alejandro Kladniew, socio gerente de Paraguay Development SRL.

Hace pocos días en una charla pública de la que participé, se consultó si un cambio de signo de gobierno en las próximas elecciones presidenciales de 2023 en Argentina, implicaría una retracción de la actual emigración o si incluso, argentinos que están viviendo en el exterior podrían regresar al país.

Las olas migratorias dentro de la región son altamente significativas tanto desde lo cuantitativo, como desde lo cualitativo y se suceden desde hace muchas décadas.

Mayoritariamente y mientras Argentina fue un país próspero y en crecimiento con muy buenos servicios públicos; uruguayos, paraguayos, chilenos, bolivianos y peruanos en gran cantidad fueron emigrando en diferentes periodos históricos, y en los últimos años destacan también los venezolanos.

Se calcula según datos de 2020, que en Argentina viven aproximadamente 125.000 uruguayos, 600.000 paraguayos, 400.000 chilenos, 200.000 peruanos y 400.000 bolivianos.

Si bien, no hay guarismos exactos, se calcula que tanto ciudadanos argentinos, como residentes extranjeros comenzaron -en los últimos años- un proceso de salida del país en función de la crisis económica, casi endémica, que ha llevado las tasas de pobreza a niveles entre el 40 al 50% de la población.

En el caso específico de los extranjeros, el deterioro del peso argentino produce que sea casi imposible no solo vivir con dignidad, sino enviar remesas a familias en sus países de origen como lo estuvieron haciendo durante décadas.

En el caso de los argentinos nativos, muchos han perdido la esperanza de un futuro mejor y están totalmente decepcionados de la clase política, sea del color que sea. Hay ambién los hay quienes no toleran más la carga fiscal, la corrupción y los permanentes cambios en las reglas de juego; sumando esto a mayores niveles de intolerancia social, violencia e inseguridad.

Emigrar, la mayoría de las veces, es un proceso muy duro y doloroso y pocas veces fácil.

Hace ya muchas décadas que la situación argentina -desde el punto de vista económico- viene en deterioro sin freno, siendo que fue el país más desarrollado y rico de América Latina hasta mediados del siglo pasado.

Si lo queremos decir en términos más populares e ilustrativos, Argentina atrasa. En cambio, otros países -muchos de ellos pobres en términos comparativos y económicos- como Paraguay, crecen.

Más allá de la desazón o resignación de muchos, el hecho que haya elecciones presidenciales genera una lógica expectativa, aunque mucho menor que en el pasado entre los habitantes de Argentina. 

Siendo un país tan rico en recursos naturales y teniendo todavía un desarrollo humano en una franja de la población de buen nivel, dichas expectativas guardan cierta lógica y razonabilidad.

Casi el mundo entero mira azorado que Argentina siga en un virtual estado permanente de caos económico, teniendo el potencial que tiene.

Con sumo dolor y basado en los hechos que vienen ocurriendo desde hace años en Argentina, entiendo que las probabilidades que la situación mejore son muy bajas.

Se llega a la próxima elección con los mismos o casi los mismos problemas y vicios de inexistentes acuerdos básicos entre los distintos actores políticos del país, que actúan con un extremo nivel de beligerancia y agresión entre los mismos, difíciles o casi imposibles de reparar para lograr acuerdos futuros, cuando algunos de esos sectores llegue al gobierno después de los actos eleccionarios.

¿A quién le cabe duda que para salir de una situación tan dramática, es necesario que una mayoría construya acuerdos básicos y tenga un plafón político amplio para producir un programa de gobierno creíble y confiable -por lo menos a mediano plazo- que la población mayoritariamente acepte?

A pocos meses de las elecciones primarias, no hay ningún dato que muestre posible generar una reforma o un cambio a lo que hemos visto en los últimos años. No solo existen enormes disputas entre diferentes partidos, sino que las mismas se dan con mucha virulencia a niveles internos de los mismos.

Sin embargo, conozco a mucha gente inteligente y formada de Argentina que necesita volver a sentir esperanza y se ilusiona con que la situación mejore, aunque admiten que no tienen elementos lógicos que sostengan dicho deseo.

Si tomamos la frase de la canción de Serrat que dice “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, considero que, a meses de la asunción del nuevo gobierno y terminadas las ilusiones de cambio, muchos argentinos, ciudadanos o residentes volverán a evaluar seriamente salir del país.

En ese contexto considero que tal como viene pasando desde hace algunos años, tanto capitales e individuos, elegirán primordialmente a Paraguay y Uruguay como destinos de desarrollo personal y/o laboral en la región.

A pesar que existen muchas diferencias entre ambos países, hay una serie de características que buscan parte de los argentinos que evalúan salir y/o invertir en terceros países, y es que ambos países cumplen con creces en la actualidad ciertas particularidades.

Primordialmente, estabilidad económica y cambiaria, sostenimiento de las reglas de juego, amplias ventajas impositivas y un sistema democrático mediamente previsible. A lo que hay que agregar cercanía geográfica, idioma y cultura en común, como no se tiene casi con otros países del mundo.

Lejos estoy de querer expresar que Paraguay y Uruguay tienen idénticas condiciones para cualquier tipo de inmigrante, pero sí que ambos tienen condiciones generales que aprecian quienes desean salir de Argentina.

En el caso de Chile, el alto nivel de turbulencia política desarrollada en los últimos años entiendo que es un obstáculo, por lo menos actual, para ser un destino atractivo de emigración. Si la situación política chilena se estabilizara en el corto plazo, también será un destino atractivo por evaluar.

Para quienes son emprendedores con capitales pequeños y medianos, no creo que existan mejores lugares del planeta como el clima de negocios de Paraguay, al igual para profesionales con buen nivel de formación para niveles altos y medios de gerencia, muy requeridos por empresas locales en permanente expansión y crecimiento.

Asimismo, Paraguay es un país de costos razonables para encarar un proceso de integración personal o familiar a una nueva sociedad. Merece particular mención su baja y racional carga impositiva como otro punto de atracción.

Uruguay es muy interesante para personas con altos niveles de capital, que pueden vivir de rentas y/o trabajos remotos de buenos salarios en dólares. Vivir en Uruguay hoy es muy caro y es un país muy limitado en términos de desarrollar nuevos negocios, entre otras consideraciones tiene una demografía baja y que no crece y un alto nivel de impuestos al trabajo, como un alto grado de sindicalización, a veces extrema. A su favor cuentan las exenciones impositivas por 10 años a personas extranjeras que se hagan residentes fiscales del país.

Si bien ambos países son atractivos, considero que aún no han realizado todas las acciones políticas, administrativas y comunicacionales, para aprovechar mejor esta realidad que los favorece.

En síntesis, considero que es altamente probable que las corrientes inversoras y migratorias de los últimos años que de alguna forma favorecieron a Paraguay y a Uruguay, se van a sostener y ampliar después de las elecciones próximas de Argentina y que dependerá también de la inteligencia de los gobiernos y empresas locales de Paraguay y Uruguay para mejorar la atracción de argentinos que pueden aportar capital y recursos calificados a ambos países en los próximos años.

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