El estancamiento de la desinflación puede ser una gran sorpresa para los inversionistas

La inflación está bajando, pero sigue siendo una prioridad abrumadora en muchos países

¿La batalla contra la inflación ya está ganada y las tasas de interés volverán a niveles bajos?

Un endurecimiento de las condiciones financieras mundiales causado por la inflación dificultaría aún más el refinanciamiento.

Washington, 16 abr (EFE).- El Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó este martes una décima la perspectiva de crecimiento económico de Latinoamérica y el Caribe en 2024, hasta un 2 %, es decir 0,3 puntos por debajo de la cifra de 2023 debido a la situación en Argentina.

Su último informe de perspectivas económicas mundiales (WEO, en inglés) actualiza el difundido en enero y apenas varía los datos de entonces.

El documento de enero fue el primero con datos de Argentina desde la llegada de Javier Milei al poder. En comparación con el de octubre de 2023, no obstante, la previsión de 2024 es tres décimas inferior, mientras que la de 2025, del 2,5 %, mejora en una décima.

En 2023 la región de América Latina y el Caribe creció un 2,3 %, lo que significa que estas nuevas estimaciones para 2024 prevén una ligera desaceleración de la economía antes de volver a tomar impulso. En enero se atribuyó la disminución del ritmo de crecimiento en 2024 a la caída del PIB en Argentina, que entonces se situó en el -2,8 %, si bien para 2025 se esperaba allí una subida del 5 %.

 

Las cifras de este abril no modifican los pronósticos de entonces. Las estimaciones para las dos principales naciones de la región, Brasil y México, ofrecen caminos divergentes.

A Brasil se le anticipa una subida del PIB del 2,2 % este año y del 2,1 % en 2025, lo que supone aumentos respectivos de cinco y dos décimas respecto a lo proyectado en enero pasado, y se espera que México crezca un 2,4 % en 2024 y un 1,4 % el próximo año, lo que implica una revisión a la baja de tres décimas en el primer caso y de una en el segundo.

El crecimiento previsto ahora por la organización para ambos países no supera las cifras de 2023, año en que la economía brasileña subió un 2,9 % y la mexicana un 3,2 %.

El FMI precisó que la moderación en Brasil se debe a la consolidación fiscal, los efectos de una política monetaria aún restrictiva y una menor contribución de la agricultura, mientras que en México se justifica en unos resultados más débiles de lo previsto para finales de 2023 y principios de 2024, con una contracción del sector manufacturero. Salvo Argentina, por otra parte, no hay ningún país sudamericano que aparezca en negativo este año.

Venezuela experimentará el mayor alza prevista, del 4 %, que no cambia el de 2023, y está seguida por Paraguay (3,8 %), Uruguay (3,7 %), Perú (2,5 %), Chile (2 %), Bolivia (1,6 %), Colombia (1,1 %) y Ecuador (0,1 %). Solo Uruguay, Perú y Colombia mejoran sus datos de 2023.

Para 2025, el FMI espera que el PIB se sitúe de nuevo en el 3,8 % en Paraguay, en el 3 % en Venezuela, en el 2,9 % en Uruguay, en el 2,7 % en Perú, en el 2,5 % en Colombia y Chile, en el 2,2 % en Bolivia y en el 0,8 % en Ecuador.

El organismo dirigido por la búlgara Kristalina Georgieva, que difundió estas cifras en el marco de las reuniones de primavera que celebra el FMI con el Banco Mundial esta semana en Washington, proyecta que el PIB de Sudamérica pasará del 1,5 % en 2023 al 1,4 % en 2024 y al 2,7 en 2025.

En Centroamérica considera que habrá una desaceleración, desde el 4,2 % de 2023 hasta el 3,9 y 3,8 % en 2024 y 2025, mientras que en el Caribe contempla un impulso este año (9,7 %), frente al avance del 8,3 % en 2023, pero para 2025 reduce la subida al 6,9 %.

Haití, el país más pobre de la región e inmerso en una crisis de desgobierno que no parece tener fin, encadenará contracciones del 4 % del PIB y el FMI no cree que se recupere en los próximos cinco años.

El pronóstico del FMI para 2024 y 2025 en Latinoamérica y el Caribe está muy por debajo del anticipado para el conjunto de mercados emergentes y economías en desarrollo, que en ambos años se sitúa en un 4,2 %, y también del previsto para la economía global, que en los dos casos está en un 3,2 %.

El economista jefe del Fondo, Pierre-Olivier Gourinchas, adelantó la semana pasada en una llamada con periodistas que uno de los factores que puede modificar el escenario perfilado, además de las tensiones geopolíticas, es una inflación persistente.

Tras un aumento de los precios del 14,4 % en 2023 en Latinoamérica y el Caribe, se espera un crecimiento del 16,7 % en 2024 y que disminuya al 7,7 % en 2025. Solo en Argentina, el FMI prevé una inflación del 249,8 % este año, antes de reducirse hasta el 59,6 % el que viene.

PERSPECTIVAS CRECIMIENTO PIB (%), 2024

Venezuela: 4,0

Paraguay: 3,8

Uruguay: 3,7

Perú: 2,5

Brasil: 2,2

Chile: 2,0

Bolivia: 1,6

Colombia: 1,1

Ecuador: 0,1

Argentina: -2,8

(FMI)

Los bancos centrales deben mantenerse alerta en el último tramo de la desinflación

El descenso de la inflación podría estar estancándose en algunas economías.

Crédito: Tobias Adrian, consejero financiero y director del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del Fondo Monetario Internacional (FMI).

En los últimos meses ha cundido en los mercados financieros un clima de optimismo, puesto que los inversionistas confían en que la lucha contra la inflación esté entrando en su «último tramo» y en que los bancos centrales relajen su política monetaria en los próximos meses.

Las bolsas de todo el mundo han registrado subidas sustanciales este año. Los diferenciales de la deuda empresarial y soberana se han reducido. Además, las monedas y los flujos de capital de los principales mercados emergentes han seguido mostrándose resilientes, y varios mercados preemergentes han recuperado el acceso a los mercados de financiamiento internacionales.

Sin embargo, es probable que en este último tramo del camino haya algunos baches, como explicamos en nuestro último Informe sobre la estabilidad financiera mundial (informe GFSR).

Las tensiones geopolíticas podrían intensificarse y pesar en la actitud de los inversionistas. En el sector inmobiliario comercial se han agudizado las tensiones, lo que podría incrementar la presión sobre algunos prestamistas. Los mercados financieros chinos han seguido lastrados por los problemas que está atravesando el sector inmobiliario de ese país.

Más allá de estas preocupaciones más inmediatas, las vulnerabilidades de la deuda continúan aumentando: en muchos países, tanto el sector público como el privado están acumulando un abultado endeudamiento, a pesar de que las tasas de interés siguen altas y es probable que el crecimiento económico no se acelere, según las proyecciones de Perspectivas de la economía mundial.

Tomando algo de distancia, se observa que recientemente han aparecido indicios de que la desinflación podría haberse estancado en algunos países, y de que la inflación subyacente puede ser persistente en determinados sectores.

En algunos casos, la inflación subyacente ha superado los pronósticos de los analistas en varios meses consecutivos. Datos por encima de lo esperado podrían poner en entredicho el relato sobre el último tramo y el consiguiente optimismo de los inversionistas, lo que podría ocasionar una redeterminación de los precios de los activos y un aumento de la volatilidad.

RIGIDEZ DE LA INFLACIÓN

Después de desacelerarse rápidamente en todo el mundo, recientemente la inflación ha seguido trayectorias divergentes en los distintos países. Los datos hasta el momento muestran que la inflación subyacente se ha acelerado en los tres últimos meses frente a los tres meses anteriores en una serie de economías avanzadas y emergentes importantes (Alemania, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Italia, Reino Unido, República Checa, Sudáfrica, Suecia).

Al parecer, algunos inversionistas no esperan que las presiones de los precios se disipen rápidamente. Las expectativas de inflación en las principales economías para el próximo año o los dos próximos años —implícitas en la diferencia entre los rendimientos de los bonos de deuda pública nominales y los vinculados a la inflación— han vuelto a ascender.

Es importante señalar que permanecen por encima de los niveles fijados como meta por los bancos centrales: el 2% en el caso de Francia, el Reino Unido y Estados Unidos, y el 3% en el caso de Brasil y México, por ejemplo. Otros indicadores de las expectativas de inflación, como los procedentes de las encuestas de hogares, parecen más estables.

Al mismo tiempo, una intensificación de las tensiones geopolíticas podría perturbar más el transporte marítimo y la producción de energía y volver a causar subidas de la inflación.

Hasta la fecha, los mercados financieros han seguido mostrándose en general optimistas sobre el estancamiento de la inflación y otros riesgos y factores adversos, y la volatilidad en las principales clases de activos se encuentra en niveles bajos a pesar de los elevados indicadores de incertidumbre de política económica.

RIESGOS DE REDETERMINACIÓN DE LOS PRECIOS

 

Tradicionalmente, una divergencia entre la volatilidad de los precios de los activos y la incertidumbre ha precedido a fuertes repuntes de la volatilidad, que podrían ocurrir si los inversionistas se ven sacudidos por shocks adversos que los obliguen a revaluar los activos para tener en cuenta la elevada incertidumbre.

En el último tramo de la desinflación, un shock adverso de ese tipo podría ser, por ejemplo, la publicación de datos de inflación inesperadamente altos. Pese al citado aumento de la inflación futura proyectada en varios países, los inversionistas prevén rebajas sustanciales de las tasas de política monetaria para este año, de alrededor de 75 puntos básicos en los casos del Banco Central Europeo y el Banco Central de Brasil.

En el caso de la Reserva Federal, se espera una bajada de las tasas de aproximadamente 50 puntos básicos a pesar de que en Estados Unidos ha sorprendido una serie de alzas de la inflación.

Parece que los inversionistas confían en que los bancos centrales que toman sus decisiones en función de los datos flexibilizarán su política monetaria cuando la inflación se desacelere más.

Pero si la inflación sigue elevada, esas optimistas expectativas podrían tambalearse, lo que podría desencadenar una venta masiva correlacionada de activos, desde los bonos hasta las acciones y los criptoactivos.

En este escenario, las condiciones financieras se endurecerían de manera generalizada. Como efecto más inmediato, algunos inversionistas sufrirían pérdidas en los activos que mantienen, sobre todo los inversionistas apalancados, cuyas rentabilidades negativas se amplificarían. En todo el mundo, a los prestatarios les resultaría más difícil hacer frente al servicio de la deuda como consecuencia del ascenso de los rendimientos de los bonos.

Estas situaciones suelen afectar de manera desproporcionada a los prestatarios de mercados emergentes. Muchos de estos emisores ya afrontan tasas de refinanciamiento más altas que las tasas de interés actuales en sus bonos soberanos denominados en dólares de EE.UU. en circulación.

Los mercados emergentes más vulnerables —aquellos con calificaciones crediticias de B y CCC o inferiores— son los que deben hacer frente al mayor incremento de las tasas. Un endurecimiento de las condiciones financieras mundiales causado por la inflación dificultaría aún más el refinanciamiento.

COMPROMISO CON LA DESINFLACIÓN

El estancamiento de la desinflación puede ser una sorpresa para los inversionistas, cada vez más convencidos de que la batalla contra la inflación ya está ganada y de que las tasas de interés volverán a niveles bajos.

En las economías que todavía experimentan una inflación persistente por encima de la meta, los bancos centrales deberían evitar relajar de manera prematura su política monetaria para no tener que dar marcha atrás más adelante.

Asimismo, deben tratar de frenar las expectativas excesivamente optimistas de los inversionistas en cuanto a la relajación de la política monetaria, que han causado cierta euforia en los mercados financieros. Por supuesto, cuando la marcha de la inflación permita considerar que avanza de manera sostenible hacia su meta, los bancos centrales deberían adoptar gradualmente una orientación menos restrictiva en su política monetaria. 

Mantener la estabilidad financiera en el último tramo obliga a adoptar un enfoque multidimensional. Las autoridades de regulación financiera deberían tomar medidas para garantizar que los bancos y otras instituciones estén en condiciones de resistir los riesgos de incumplimiento y de otro tipo, utilizando para ello pruebas de tensión, medidas correctivas tempranas y otras herramientas de supervisión.

Los reguladores deben priorizar la aplicación íntegra y coherente de las normas prudenciales acordadas internacionalmente, en particular la finalización de la introducción paulatina de Basilea III. También es primordial seguir avanzando en los marcos de recuperación y resolución, con el fin de limitar las repercusiones de la caída de instituciones más débiles.

Los bancos centrales deben velar por que las entidades bancarias tengan acceso a los mecanismos de liquidez cuando lo necesiten, y estar preparados para intervenir con prontitud para abordar las tensiones de financiamiento en el sector financiero.

PERSPECTIVAS INFLACIÓN (%), 2024

Venezuela: 160,0

Argentina: 149,4

Uruguay: 5,7

Colombia: 5,3

Bolivia: 4,8

Paraguay: 4,0

Brasil: 3,8

Chile: 3,0

Perú: 2,4

Ecuador: 1,5

(FMI)

Según estimaciones, el índice de precios está cediendo en toda América Latina y seguirá descendiendo en 2024 y 2025.

Prontas medidas de los bancos centrales y las tendencias de desinflación a escala mundial fueron claves, publicó el FMI. 

© Revista PLUS Research

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