Fallece el economista estadounidense Gary Becker

Gary Becker, el hombre que lideró el movimiento para aplicar ideas económicas a áreas de la vida como el matrimonio, la discriminación y el crimen, murió el 3 de mayo a los 83 años tras una larga enfermedad.

Fotografía: Julio Palomar
Gary Becker
Nacido en una ciudad minera de Pennsylvania, se crio en Brooklyn y se licenció en matemáticas con la mención summa cum laude en la Universidad de Princeton. Pero hasta que llegó a la Universidad de Chicago no se dio cuenta de que «tuve que volver a aprender en qué consiste la economía».
Había pensado decantarse por la sociología, pero le pareció «demasiado difícil». Sin embargo, a lo largo de los años, tuvo que abordar una y otra vez cuestiones sociológicas, utilizando las rigurosas herramientas matemáticas de la economía. Este enfoque le permitió ganar el Premio Nobel de Economía en 1992, y le convirtió en uno de los economistas más influyentes y citados del s.XX.
Su disertación doctoral hizo un análisis económico de la discriminación –cómo evaluarla y qué efectos podría tener. Becker mostró que la discriminación tenía un elevado coste tanto para el intolerante como para la víctima. Parecía una materia extraña para un economista, y las ideas de Becker captaron poca atención cuando publicó un libro sobre la discriminación en 1957.
Esto no pareció preocuparle. «Mi filosofía ha consistido en ser tradicional en aspectos como la ropa y cosas así», me dijo en 2005. «Pero en lo que se refiere a las ideas, estoy dispuesto a arriesgarme: puedo aceptar críticas si creo que tengo razón».
Y recibió muchas críticas a lo largo de los años por atreverse a desarrollar teorías económicas del crimen y el castigo, del número de hijos, y de los adictos racionales que pueden dejar su adicción ante la amenaza plausible de una subida del precio de los cigarrillos.
La idea de que las personas puedan pensar en su educación como una inversión, con una tasa de rentabilidad, provocó el escándalo. Sin embargo, a nadie le preocupa ahora el uso de la expresión «capital humano», que da título a uno de los libros de Becker.
Esto ejemplifica de qué forma ha cambiado el enfoque de Becker la manera en la que los economistas piensan sobre lo que hacen, a menudo sin reconocer de forma explícita su influencia. Era un omnívoro económico: colegas como Lars Peter Hansen, otro galardonado con el Nobel, recibieron preguntas y comentarios perspicaces de Becker incluso sobre estudios que parecían muy distantes de los intereses principales de Becker.
«Será recordado como una persona que amplió el alcance del análisis económico de una forma muy creativa», señala el profesor Hansen, «y como uno de los mejores economistas del s.XX».
Becker dedicó su vida al área que transformó. Los fines de semana por la tarde, se le podía encontrar a menudo en su oficina, escribiendo o respondiendo a preguntas de jóvenes académicos seis décadas más jóvenes. Siguió escribiendo un blog con el experto legal Richard Posner hasta pocas semanas antes de su muerte.
«Amaba la economía», asegura Kevin Murphy, que impartió un curso junto a Becker durante muchos años, «e inspiró a muchos economistas». Tras una clase de Becker, tal vez lo más probable es que no se controlase una técnica formal concreta, sino que se adquiriese la visión distintiva del economista sobre el mundo.
Gary Becker hizo gala de esa visión del mundo cuando, de camino a su cita con Financial Times, aparcó de forma ilegal. Durante la sesión de preguntas, me dijo tranquilamente que había sopesado los pros y los contras, y que se trataba de un delito racional.
«Es típico de Gary», me comentó el profesor Murphy. «Decidió darle una lección práctica de economía».
Becker se quedó viudo en 1970 y volvió a casarse en 1980 con una profesora de historia de Chicago, Guity Nashat. Deja esposa; una hija, Catherine Becker; una hermana, Natalie Becker; un hijastro y dos nietos.

Fuente: Expansión

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