Qué esperar de un Brasil en transición

*Crédito columna: Fernando Masi

*Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CADEP)

El juicio político a Dilma Rousseff, la aparición de un gobierno interino, las consecuencias políticas de los altos niveles de corrupción y una economía estancada no auguran tiempos buenos para los vecinos del Brasil. Los países del Mercosur no aparecen como prioridad en los lineamientos de la política exterior y la política comercial externa del gobierno interino. El Paraguay deberá hacer una lectura correcta de lo que se viene para no perder los beneficios obtenidos en el Mercosur y en su relacionamiento con el Brasil.

Los lineamientos de la política exterior del gobierno interino encabezado por Michel Temer tratan de apartarse de las políticas que los gobiernos Lula y Rousseff establecieron, que privilegiaban la relación Sur-Sur para promover la mayor independencia y el fortalecimiento de los países latinoamericanos frente al mundo desarrollado y a los países emergentes asiáticos.

Con esa política, los gobiernos anteriores pretendían la hegemonía del Brasil en la región y apuntalar su papel de interlocutor de los países en desarrollo en los foros mundiales. Además, para poner un contrapeso a los países desarrollados, el Brasil de Lula participó activamente en el foro de países emergentes BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que últimamente ha dado origen a una nueva entidad financiera internacional.

La idea de una Comunidad Sudamericana de Naciones iniciada por el presidente Fernando Henrique Cardoso para un mayor acercamiento entre los países latinaomericanos en materia económica y energética, con Lula se convierte finalmente en la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), foro que pasa a constituirse en una competencia importante para la Organización de Estados Americanos (OEA) donde Estados Unidos tiene influencia predominante.

El mayor acercamiento económico y político del Brasil con los países sudamericanos dio lugar a cambios importantes. Prueba de ello es, por ejemplo, que la inversión extranjera directa del Brasil en América Latina, prácticamente inexistente antes del 2000, asciende a nada menos que US$ 18 mil millones en el año 2012.

Otro ejemplo es la decisión política del gobierno de Lula de favorecer al Paraguay en materia energética, que se tradujo en el incremento del precio de la energía hidroeléctrica vendida por nuestro país al Brasil y en la donación del Brasil a nuestro país de US$ 300 millones para la construcción de la linea de 500 kV (Hernandarias-Pte. Hayes).

En su reciente discurso de toma de posesión en Itamaraty, el nuevo ministro de relaciones exteriores José Serra señaló once lineamientos de la política exterior del nuevo gobierno brasileño, la mayoría de los cuales hacen referencia a aspectos económicos y comerciales. Basado en el convencimiento de un espectro político y  empresarial importante del Brasil, el nuevo ministro daba a entender que los gobiernos anteriores habían perdido mucho tiempo en el relacionamiento comercial Sur-Sur y en las negociaciones multilaterales de la Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

De esta forma, afirmaba el ministro Serra, el Brasil dejaba pasar oportunidades para ser parte de otros acuerdos bilaterales y plurilaterales que se multiplicaban ante el estancamiento de las negociaciones de la OMC. Estos acuerdos se realizan preferentemente entre países desarrollados y países emergentes asiáticos, con participación de países latinoamericanos que hoy forman parte de la Alianza del Pacífico.

Por lo tanto, uno de los lineamientos principales del nuevo gobierno brasileño consistiría en dar preferencia a las relaciones comerciales con Estados Unidos, Europa y Japón, mediante la celebración de nuevos acuerdos que permitan una mayor presencia de productos brasileños en esos mercados. Otra de las políticas sería una vinculación más cercana con la Alianza del Pacífico, más especificamente con México, país con el cual se visualizan potenciales de complementación económica.

En la región más próxima al Brasil, la nueva administración de Itamaraty privilegia el fortalecimiento de los lazos con Argentina y afirma que el Mercosur no debe ser un obstáculo para los acuerdos bilaterales o plurilaterales que el Brasil deba celebrar con otros países o regiones, especialmente del mundo desarrollado. No hay mención a los países pequeños del Mercosur o a las economías menores limítrofes. Hay sí una mención a los problemas de fronteras como el “tráfico ilícito” de mercaderías, armas y drogas que deberían ser resueltos con la “colaboración de los vecinos”.

En lo que hace al BRICS, a las economías emergentes asiáticas y a las relaciones comerciales inauguradas y profundizadas con África, el nuevo ministro asume una aceptación tácita de estos logros, matizando con algunos nuevos énfasis que el Brasil debería poner en la relación con estas regiones económicas.

En definitiva, lo que se observa es que la nueva administración del gobierno del Brasil dejará de privilegiar la relación Sur-Sur y, al mismo tiempo, minimizará su rol de liderazgo del Mercosur ejercido en los últimos doce años, para dar lugar a una “nueva” y preferente relación con los países desarrollados. ¿Un Brasil nuevamente desgajado de la región? ¿Un Brasil que se fortalece económica y comercialmente solamente en su relación con el mundo desarrollado? ¿Un Brasil que no cree en la integración latinoamericana como una forma de fortalecer su presencia en el mundo?

¿Cómo cabe el Paraguay en este “nuevo” Brasil?

Las administraciones de Duarte Frutos y de Lugo habían modificado el tradicional alineamiento del Paraguay con el Brasil, tanto en el Mercosur como en otros foros. Un alineamiento que no tenía costo alguno para el Brasil.

Una posición más firme de los gobiernos paraguayos logró concesiones importantes del Brasil, como la negociación de un fondo especial de Itaipú para programas sociales (2004); la creación del Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM) que favorece mayormente al Paraguay, teniendo al Brasil como aportante principal (2005); y los beneficios ya citados del precio de la energía de Itaipú y la ayuda para la construcción de una línea de transmisión energética de mayor potencia (2010).

La venida de capitales brasileños al Paraguay se produjo, en primer lugar, por el boom de los commodities, con inversiones en el sector de frigoríficos y, además, en la industria de la construcción (cemento).

En segundo lugar, por el atractivo de las maquilas y la reducción de costos que ello implica para la venta en el propio mercado brasileño. La llegada de capitales brasileños no solo se debió al denominado «costo Brasil» que hacía que los mismos busquen mejores condiciones de inversión, sino también a la política estatal de fomentar la inversión brasileña en el exterior con el apoyo del BNDES, banco de desarrollo de ese país.

En su relacionamiento con el Brasil, el actual gobierno del Paraguay impulsa una campaña para atraer un mayor número de inversiones y anunció la negociación de un acuerdo automotriz con el propósito de ampliar la inversión extranjera en el sector de autopartes. Dentro del Mercosur ha logrado extender los beneficios del FOCEM por diez años y ha participado de las negociaciones con la Unión Europea, manteniendo el Paraguay su status de país de menor desarrollo relativo, para el reconocimiento de las asimetrías.

Ante el estancamiento de los avances internos del Mercosur y la situación económica actual poco favorable de las economías grandes, es posible que el nuevo gobierno brasileño otorgue una importancia marginal al bloque regional. El Paraguay deberá evaluar esta situación para no perder los beneficios obtenidos del Mercosur, principalmente en términos de fondos para obras de infraestructura y de negociaciones conjuntas con bloques del mundo desarrollado y de economías emergentes.

Sin embargo, la permanencia de este nuevo gobierno en el Brasil dependerá de la evolución política inmediata en ese país. Es decir, del grado de popularidad de este gobierno y del grado de compromiso con la corrupción de sus principales autoridades. En todo caso, el Brasil dejará, por un tiempo, de constituirse en un interlocutor válido para los países desarrollados y de trabajar apropiadamente con sus vecinos de la plataforma sudamericana.

Actualmente se venden al Brasil solo cables eléctricos para autos, porque este ítem no está comprendido en las nomenclaturas arancelarias. El acuerdo bilateral es requerido para incluir otras partes y piezas de automotores.

 

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