Pink tax: los precios rosas

Crédito columna: Laura Ivaldi, especialista en marketing y comunicación.

A nivel global se habla del pink tax o impuesto rosa, que se traduce en un costo superior en algunos productos dirigidos al público femenino en comparación con bienes similares enfocados a los hombres.

El término se comienza a hacer popular cuando la activista feminista Georgette Sand en el año 2014 encabezó en Francia una ola de denuncias en cuanto al sobreprecio de productos dirigidos a las mujeres y desde entonces, ha tomado notoriedad en el mundo.

Las redes sociales tienen pruebas por doquier de fotografías que documentan en distintas categorías las diferencias -a veces ínfimas y otras más relevantes- en el precio entre un producto rosa y uno celeste.

¿SER MUJER ES MÁS CARO?

Pareciera ser que sí y de hecho hay investigaciones también en distintos lugares del mundo que así lo demuestran.

Informes realizados en Estados unidos, España, Reino Unido y Argentina entre otros países por los propios gobiernos u organizaciones diversas dan cuenta de este fenómeno.

Para ejemplo, un trabajo realizado periódicamente por el Equipo de Estudios sobre Economía de Género (FEIM) ONG Argentina, cuyo principal objetivo es desarrollar estudios que mejoren la condición social y laboral de las mujeres en ese país. La investigación expone que las mujeres pagan un 7% mensual más que los varones, mientras que en países europeos se habla de hasta un 30% más en categorías como higiene personal, estética, nutrición, indumentaria, medicamentos como el ibuprofeno, juguetes, mochilas infantiles, desodorantes, colonias infantiles, chupetes, cepillos dentales para chicos, perfumes y las infaltables maquinitas de afeitar. Las rosas descartables suelen ser más caras transformándose en el ítem simbólico que más se utiliza en la comparación.

¿LA CAUSA PODRÍA SER EL COLOR?

Definitivamente no, tampoco es real que se trate de una carga tributaria dirigida al segmento femenino sino simplemente de una estrategia comercial basada en las características del comportamiento de consumo de este grupo.

Las mujeres suelen ser las decisoras de entre el 70% y el 80% de las compras que se dan en el marco de un hogar y cuando se trata de consumo personal están dispuestas a gastar más en los productos que consumen para sí mismas, por un tema relacionado con los factores personales y sociales propios del género.

Cuando se trata de compras para sus hijos también tienen mayor soltura a la hora de gastar por ventajas competitivas como el packaging o características distintivas del producto que lo vuelven más interesante. Todo esto es aprovechado por las marcas productoras o en algunos casos por el propio retail, de ahí la diferencia a la hora de la fijación del precio.

Hacer esta descripción del comportamiento de consumo femenino podría herir susceptibilidades, pero hay cuestiones relacionadas con la forma en la que gastan las mujeres asociadas con el estilo de vida; los roles y la posición social o el grupo de pertenencia, entre otras cuestiones que permiten a las marcas aprovechar y desarrollar una cantidad mucho más vasta de bienes para ofrecer a ese mercado.

Hillary Clinton, allá por el 2016 hablaba del beauty tax o make up tax, aludiendo a todos los productos de belleza que las mujeres necesitan para verse bien, solo pensando en términos de salir a trabajar. A estos conceptos propios de la teoría del comportamiento del consumidor vale adicionar el tema de la creación del deseo, la piedra fundamental del marketing.

No se crean necesidades, pero la exhibición de bienes y servicios permite lograr que se perciba la carencia y ahí es cuando se genera la tentación, el deseo de poseer. Si esto va acompañado del recurso suficiente se produce la compra. Tan sencillo como eso y a veces tan complejo de lograr.

Existe una tendencia en crecimiento en el mundo que se replantea la igualdad de los géneros y esto ha puesto el tema del pink tax en agenda, ¿podría haber una solución para acabar con esto?

En Argentina se presentó en el año 2022 un proyecto de ley para promover y garantizar la equidad de género reflejada en los precios de determinados productos, pero hasta el momento no ha prosperado. Difícil de implementar desde la regulación y más aún el posterior control de su cumplimiento.

Otra opción que siempre surge como propuesta es la concientización sobre la compra de productos neutros. No obstante, en estos últimos años ha crecido la tendencia en indumentaria y otros negocios el concepto “genderless” (sin género). Lo que toda la vida hemos conocido como unisex.

No obstante, si ponemos la lupa en las marcas que comercializan productos con estas características vemos que los precios terminan siendo superiores en comparación con mismos ítems diferenciados por sexo, solo por el uso de este concepto inclusivo como identidad marcaria. Hoy apuntar al segmento que valora el significado “sin género” que es el más joven, en algunos países, resulta muy “cool” además de asociarse a la responsabilidad social.

¿QUÉ PASA CON EL PINK TAX EN PARAGUAY?

En un breve recorrido por supermercados, farmacias y shoppings, tanto en sus puntos de venta online como offline, encontramos diferencias sobre algunos productos. Las comparaciones expuestas a continuación están realizadas en el mismo retail sin promociones vigentes al momento de la observación y siempre se evaluaron las mismas marcas en los dos productos.

Colonia para niñas de marca reconocida en caja por 80 ml: G. 46.700

Colonia para niños de marca reconocida en caja por 90 ml: G. 42.000

Perfume importado para dama (primera marca) por 50 ml: US$ 155, 20

Perfume importado para caballero (primera marca) por 50 ml: US$ 97,10

AHORA VAMOS CON DOS MUESTRAS DEL ICONO EJEMPLO DEL PINK TAX

Afeitadora femenina 4 hojas 1 unidad (segunda marca): G. 15.598

Afeitadora masculina 4 hojas 1 unidad (segunda marca): G. 10.540

Pack afeitadora femenina máquina y 5 repuestos (primera marca): G. 45.400

Pack afeitadora masculina máquina y 5 repuestos (primera marca): G. 38. 200

En un mundo globalizado, Paraguay no queda fuera de esta estrategia de comercialización de marcas variadas. A eso puede sumarse localmente la inmensa oferta en el marco del “beauty tax” que Paraguay propone a las mujeres: tratamientos para cejas, pestañas, labios, uñas, corporales, faciales y la lista podría continuar.

Hay cosas que no se van a modificar. Allí donde el contexto brinde una oportunidad, el marketing hará lo suyo. Sí, definitivamente ser mujer es más caro. Pero lo bueno y lo mejor es la libertad que todos poseemos y la posibilidad que ostentamos siempre los seres humanos para decidir y decir no lo compro, no lo consumo.

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