Axel Van Trotsenburg afirma que, para que no se revierta totalmente el progreso contra la pobreza «Tenemos que hacer más»

En la foto: Axel Van Trotsenburg, director gerente del Banco

Washington, 7 abr (EFE). – En un momento económico incierto y ante el desafío inevitable de la crisis climática, los organismos financieros internacionales tienen que «hacer más» para que no se revierta totalmente el progreso contra la pobreza, asegura el nuevo director gerente del Banco Mundial, Axel van Trotsenburg, en una entrevista con EFE.

Van Trotsenburg, que apenas lleva cuatro días en el cargo y acaba de volver de un viaje a China donde ha tratado, entre otras cuestiones, el proceso para reestructurar la deuda de los países pobres, presentará la semana próxima el plan de reformas de la nueva directiva del organismo durante sus reuniones de primavera junto al Fondo Monetario Internacional (FMI).

El plan se basa precisamente en esa idea, hacer más: «El Banco Mundial es una de las pocas instituciones capaces de subir la apuesta. Hay tantos desafíos que no se puede simplemente hablar, hay que actuar», dijo.

El aumento de la pobreza, la crisis alimentaria, el cambio climático o la incertidumbre económica son solo algunos de estos retos, pero para hacerles frente será necesaria la colaboración del sector privado, porque «hacen falta billones, no miles de millones» de dólares.

MÁS FINANCIACIÓN Y MENOS DEUDA

En cuanto a los planes del organismo dirigido por David Malpass, Van Trotsenburg detalló que los gobernadores del Banco Mundial decidirán pronto la aprobación de un nuevo paquete de financiación por valor de 50.000 millones de dólares en préstamos para países de rentas medias, que estará en vigor durante los próximos diez años.

Además, para los países de rentas bajas, la directiva quiere conseguir más dinero para los fondos de emergencia contra crisis como la alimentaria, pero sobre todo que se hagan esfuerzos para mejorar la sostenibilidad de su deuda pública.

«Si acabas en una crisis de deuda, te arriesgas a perder años (de desarrollo)», explicó el economista, por lo que hizo un llamamiento a los países acreedores, y especialmente a China, para que actúen rápidamente para aliviar la deuda de los países africanos que se encuentran en riesgo de impago, como Zambia.

Tanto el Banco Mundial como el FMI participaron recientemente en la creación de una «mesa redonda» en el seno del G20 para revisar los procesos de reestructuración de la deuda bajo el llamado Marco Común, cuya presidencia ostenta este año la India.

Nueva Delhi ya ha expresado su intención de ser la voz de los países en desarrollo durante su presidencia del G20, y el asunto de la deuda es una de sus prioridades.

Van Trotsenburg no quiso teorizar sobre el calendario de un posible acuerdo para renovar el Marco Común, pero dejó claro que el Banco Mundial está haciendo todo lo posible.

UNA CRISIS GLOBAL

Más allá de las condiciones individuales de cada país, reconoce que una gran parte de la incertidumbre económica se debe a desafíos globales como el cambio climático, y entiende la frustración de muchos jóvenes que piden a las instituciones un mayor esfuerzo por el planeta.

«Estoy de acuerdo con ellos. Creo que hay que actuar», dijo Van Trotsenburg. Además, dejó claro que las iniciativas climáticas no pueden ser «una moda», sino que se deben incluir en todas las operaciones del organismo.

«Hay que mirar a través de una lente climática», defendió.

Además, el Banco Mundial tratará de que el impacto de estas iniciativas sea mayor, trabajando con el sector privado para «triplicar» el efecto de sus programas.

«Vemos esto como parte de un esfuerzo global en el que el Banco Mundial puede hacer una contribución muy buena, pero también creo que todos los demás deberían hacer ese mismo esfuerzo», añadió.

Este será parte del mensaje que las autoridades del organismo llevarán a las reuniones de primavera, que se celebrarán del 10 al 16 de abril en Washington y servirán para avanzar muchos de los temas que tratarán después en las citas anuales del FMI y el Banco Mundial en octubre, en Marrakech (Marruecos). EFE

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