Las elecciones y el día después: la verdadera opinión pública

Crédito columna: Laura Ivaldi, socia IM Consumer Intelligence.

En un contexto previo de incertidumbre, el resultado de las elecciones en Paraguay del 30 de abril ha puesto de manifiesto y refleja en la realidad algunos dogmas del marketing político y la opinión pública.

Unas elecciones diferentes marcadas por una campaña más austera en términos de material propagandístico comparadas con elecciones anteriores y la falta de entusiasmo en la calle ante el sufragio, presentaron un escenario incierto de cara a los resultados de las generales. Por lo pronto estas dudas se plasmaban en la cobertura de las elecciones días previos.

Aunque en el aire se respiraba cierta certeza, con poca evidencia y varias fluctuaciones sobre la supremacía del Partido Colorado, la baja publicación de encuestas daba por sentado que aún no estaba todo dicho.

La gran pugna estuvo siempre dada entre Santiago Peña y Efraín Alegre, si bien algunos estudios, sin mucha difusión, marcaban la cercanía de la tercera fuerza representada por Payo Cubas, el “Bolsonaro paraguayo” como muchos lo denominan por su postura antisistema y libertaria que buscó atraer al electorado decepcionado de los partidos tradicionales. Definitivamente no estaba en el radar para ingresar al podio ¿Qué paso aquél domingo 30 de abril entonces?

Para muchos hubo asombro. La sorpresa sin lugar a duda fueron los votos que Payo Cubas logró, alcanzando el 23% del electorado: votantes sustraídos a los otros dos candidatos restándole un margen fundamental a Alegre. Y luego la cantidad de votos en blanco que superaron en número a los alcanzados por la cuarta fuerza

LA ESPIRAL DEL SILENCIO

En marketing político y de cara a las elecciones, se pone en marcha el aparato de encuestas que trata de sondear intención de voto de los ciudadanos.

Al igual que en el marketing comercial, la formulación de las preguntas en un cuestionario para obtener respuestas certeras y la elección de la muestra son aspectos esenciales en una investigación.

Pero cuando se trata de indagar ideas políticas debe ponerse más atención aún a los posibles desvíos que pueden darse debido a lo sensible del tema. 

La teoría de la espiral del silencio fue desarrollada en la década del 70 por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann. Su hipótesis parte del supuesto, del temor al aislamiento que padecen los seres humanos en cuanto a esbozar posiciones diferentes a la mayoritaria.

Esto implica que el comportamiento del público está influido por la percepción que se tiene del clima de opinión dominante. Las corrientes minoritarias se silencian y tienen su posibilidad de expresión real en la intimidad del voto.

No obstante, hasta ese momento, las personas que no se sienten representadas realmente por ninguna fuerza o idea política, se silencian o esbozan una opinión diferente a su verdadero pensamiento. Esto explica los múltiples casos que se han dado en el mundo de resultados electorales alejados por un margen importante de las predicciones manifestadas en las encuestas previas.

En el marco de la teoría se explica que pueden darse dos tipos de efectos en ese grupo que no empatiza con las corrientes de opinión mayoritarias: el primero denominado “bandwagon” conocido popularmente como “subirse al carro ganador” o “efecto arrastre”. Este fenómeno se da por el contagio en la difusión de las ideas que se supone sostiene la mayoría. En esta situación es indispensable el rol que cumplen los medios de comunicación para reproducir y expandir opiniones, aún en el marco de la neutralidad u objetividad informativa.

El otro concluye en el “voto lástima” que se da con menos frecuencia, pero empuja a los indecisos y sin una postura firme a ir en ayuda del más necesitado.

Entendiendo cómo funciona este fenómeno, los partidos y los candidatos buscan salir airosos en los sondeos en la etapa previa a los comicios, no solo por la relativa tranquilidad que esto proporciona, sino fundamentalmente por la idea de propagación y contagio.

Estas elecciones presidenciales de 2023 en Paraguay demostraron que en la instancia previa hubo problemas técnicos para predecir los resultados. Puede ser que mucha gente no haya estado contemplada en la realización de las encuestas, que el muestreo no haya sido el adecuado y tal vez, los mecanismos para el registro de la información hayan sido incorrectos.

Pero además quedó claro que muchos ciudadanos paraguayos silenciaron su opinión hasta el momento clave delante de la pantalla táctil al expresar su voto electrónico y otros tantos, decidieron no emitir opinión alguna detrás de su respuesta en blanco. Ambos hechos representan algo que la clase política no debería pasar por alto.

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