La economía de Reino Unido acelera su recuperación gracias a los servicios y al sector constructor, agudizando el temor a la creación de una nueva burbuja inmobiliaria.
Según los datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS), la demanda doméstica es la que vuelve a tirar de la actividad económica en el país. Sobre el 0,8% de incremento del PIB entre julio y septiembre, un 0,6% fue aportado por los servicios, especialmente restaurantes y hoteles, y un 0,15% por la construcción, animada por las inversiones en nuevas viviendas y oficinas. Por el contrario, las exportaciones de productos industriales apenas impulsaron la economía.
Algunos analistas creen que Reino Unido no ha reequilibrado su estructura económica durante la crisis, por lo que vuelve a depender del consumo e inversión de las familias. De hecho, las últimas actuaciones del Gobierno para animar la actividad han ido destinadas a facilitar la compra de viviendas con préstamos hipotecarios. Estas políticas han elevado los precios inmobiliarios, generando el riesgo de otra crisis financiera, según algunos economistas.
Pero otros expertos consideran que las exportaciones también empezarán a mejorar en los próximos trimestres. Chris Williamson, de Markit, afirma que “los indicadores apuntan también a un robusto crecimiento al final de año. La confianza de empresas y consumidores está creciendo, el paro está bajando y los infomes indican que los pedidos de las compañías avanzan al mayor ritmo de los últimos 15 años. Además, el crecimiento revive en la Eurozona, que es el principal mercado para las exportaciones, lo que puede apoyar la recuperación”.
Reino Unido acumula un incremento de actividad cercano al 2% en los nueve primeros meses de 2013. Gracias a ello, el PIB ya sólo está un 2,5% por debajo del máximo que alcanzó en 2008, antes de la recesión.
Los analistas creen que, en este escenario, el Banco de Inglaterra subirá los tipos de interés antes de 2016, fecha sugerida por su gobernador, Marck Carney.