Las divisas de economías emergentes están sufriendo mayor ola vendedora en cinco años

La devaluación parcial del peso en Argentina, sumada a las crisis políticas que atraviesan Turquía, Tailandia y Ucrania, están extendiendo el efecto contagio a otras economías en desarrollo, como México, e incluso a Chile.

Las divisas de los mercados emergentes registraron el viernes la mayor ola vendedora de los últimos cinco años, a medida que los inversionistas abandonaban en masa este sector preocupados por una creciente inestabilidad financiera y política en varios de estos países, en momentos en que la Reserva Federal de Estados Unidos se prepara a profundizar el retiro del estímulo.

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A eso se sumaron además las crecientes señales de desaceleración en China, con las manufacturas contrayéndose en enero por primera vez desde julio, algo que amenaza particularmente a las economías exportadoras de materias primas.

El foco de la atención está principalmente en Argentina, donde después de una larga batalla por sostener artificialmente al peso, y con las reservas internacionales agotándose rápidamente, el impopular gobierno de Cristina Fernández finalmente reconoció la realidad y relajó los controles cambiarios.

Crisis política


Pero Argentina no es la única fuente de preocupación entre los emergentes. La lira turca se hundió a un mínimo histórico, el rand sudafricano retrocedió a su nivel más bajo desde 2008, la grivna de Ucrania cayó a su piso de los últimos cuatro años y el baht de Tailandia sigue en picada.

La primera intervención no programada del banco central de Turquía en más de dos años no fue suficiente para impedir que la lira cayera a un mínimo histórico y los inversionistas creen que, al igual que en el caso de Argentina, los esfuerzos de instituto emisor por defender la moneda quemando las reservas será inútil sin una fuerte alza en los tipos de interés, algo que la autoridad se resiste a hacer.

Estas economías atraviesan desde hace semanas una crisis de gobernabilidad que se ha agravado en los últimos días, golpeando la confianza de los inversionistas. Mientras en Ancara, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan afronta un escándalo de corrupción que involucra a su gabinete, en Ucrania las violentas protestas contra una alianza con Rusia y el distanciamiento de la Unión Europea ha comenzado a dejar un saldo de víctimas fatales. En Tailandia, en tanto, las elecciones anticipadas no han sido suficientes para aplacar la ira de la oposición contra el gobierno, a la que exigen entregar el poder al ejército.

Confluencia de factores


Y todo esto ocurre justo en momentos en que la Fed se prepara a anunciar esta semana una nueva reducción en su millonario programa de compra de bonos, lo que profundizará la salida de capitales desde los mercados emergentes, a medida que los mayores retornos en las economías desarrolladas atraen a los inversionistas.

“Es una mala tormenta”, graficó a Bloomberg Neil Azous, fundador de la consultora Rareview Macro. Las reservas internacionales de las economías emergentes “están disminuyendo rápidamente. Definitivamente se encuentran en una zona de peligro. Para un gestor de dinero, lo responsable es tomar medidas para reducir el riesgo”.

Para Thierry Albert Wizman, estratega de Macquarie Group “la gradual erosión del sentimiento respecto de los mercados emergentes, debido a la percepción de que varios de ellos se encuentran al borde del precipicio, simplemente terminó agotando las reservas de Argentina y las negativas cifras de China sólo fueron la gota que rebalsó el vaso”, escribió en un reporte a sus clientes.

Efecto contagio


El problema es que el capital no hace diferencias entre una economía emergente y otra, y la incertidumbre se está contagiando a otros mercados, como México, Brasil y Chile. A nivel local, de hecho, el peso rompió el viernes la barrera de los $ 550 por primera vez desde agosto de 2009, aunque hacia el final de las operaciones se estabilizó en ese nivel de resistencia.

Un índice elaborado por Bloomberg que sigue las divisas de 20 mercados emergentes a nivel mundial, retrocedió el viernes a su menor nivel desde abril de 2009. El indicador ha perdido 10% en los últimos doce meses, su mayor declive anualizado desde 2008.

Y la exposición a estos destinos está golpeando incluso a algunas economías desarrolladas, como España, donde el Ibex se derrumbó 3,64% el viernes, su mayor caída desde el 4 de febrero de 2013, y donde las acciones más castigadas fueron precisamente las que tienen mayor presencia en Argentina, como Mapfre (-5,95%), BBVA (-5,14) y Telefónica (-4,55). Pero el nerviosismo se extendió incluso a Estados Unidos, donde los principales índices retrocedieron más de 1%.

Por Renato García Jiménez.

Fuente: Diario Financiero.

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