Sede en Madrid, oficina en Silicon Valley, fabricación en China y desarrollo informático en Bangalore. Las start up más prometedoras del planeta nacen y crecen ajenas a fronteras. Su ambición: atraer el mejor talento internacional y enriquecerse del expertise de otros países.
Vender bienes o servicios en el extranjero no es lo mismo que ser una empresa global. Mejor dicho, vender fuera es sólo el primer paso. Porque no se trata sólo de ampliar tu radio de distribución, sino también de saber encontrar el mejor talento, allá donde esté, y de sumar e integrar el mejor know howde cada región.
La deslocalización es una de las características de las firmas globales. Es una práctica común de las grandes multinacionales, que tienden a centralizar cuantas más divisiones mejor, y a ubicar la sede de cada una de ellas en función del expertise de una región en un determinado campo, los costes laborales del país o la cercanía con los principales clientes, entre otros criterios. No es una coincidencia que haya cientos de centros de desarrollo informático en Bangalore (India), de fábricas en Shenzhen (China), de departamentos financieros en Londres o de centros de innovación es Israel.
Entre las start up, que no suelen disponer de los recursos suficientes para una estructura de estas características, es habitual establecer una red de alianzas (partnerships) con firmas de otros países.
Estar presente en la Red de redes, empezando por una página web corporativa, te permite asimismo que personas de cualquier parte del mundo lleguen a conocer tu marca.
Pero tampoco esto sería condición suficiente. La globalidad de una compañía tiene más que ver con su cultura corporativa que con su estructura o su capacidad financiera.¿Cumples los requisitos?Una compañía global cumple varios requisitos: «Nace o se desarrolla con la intención de ser global, mantiene equipos internacionales, el lugar donde esté instalada va poco a poco perdiendo importancia en cuanto al impacto de su actividad, muchas veces sedes físicas y puede operar bajo diferentes marcas», describe José Luis Zimmermann, director general de la asociación aDigital.
En la era de Internet, de las redes sociales y de la movilidad, la globalización ha dejado de ser exclusiva de las grandes empresas. «Cualquier negocio digital debe nacer con la idea de la internacionalización en su ADN», opina Zimmermann. «Aunque inicialmente se escoja un mercado donde probar el modelo de negocio, la globalización debe ser parte del ideario de la start up«, coinciden desde Portobello Innova, una consultora de digitalización para pymes.
«En los últimos años, ha cambiado mucho la mentalidad de los emprendedores. España era un país muy localista y, cada vez más, nos estamos abriendo al mundo», comenta Ana Calvo, responsable de márketing y comunicación de VisualBox, una start up que ha creado un sistema de comunicación alternativo al email. Su consejero delegado, Jon Oleaga, vivió un año y medio en San Francisco, y aún hoy pasa buena parte del año en la ciudad californiana, donde VisualBox cuenta con una oficina dentro del Spain Tech Center. «Conocer Silicon Valley te permite abrir enormemente tu mente». No todo es coser y cantar en la cuna mundial de la innovación tecnológica, «pero la experiencia nos permitió darnos cuenta de que nuestro modelo de negocio inicial no era escalable y de que no tenía muchas posibilidades de prosperar», señala Calvo.Cuida tu cultura corporativaFundar una start up con una ambición global es relativamente sencillo, y trasmitir esos valores a los primeros empleados también. Pero, ¿cómo conservar la cultura corporativa cuando creces y te internacionalizas? Ésta es, precisamente, una de las grandes preocupaciones de Phil Libin, fundador de Evernote.
«Es evidente que hay negocios que pueden desarrollarse en un entorno local pero, por lo general, las buenas compañías tienen un potencial internacional», señala Francisco Velázquez de Cuéllar, presidente de la gestora Axon Partners Group.
Con todo, «para atraer el mejor talento no siempre hay que irse lejos», declara Josep Rodríguez, directivo de Zitro, una «pequeña multinacional» fundada en 2007 que fabrica máquinas de bingo. El desarrollo del software y el ensamblaje de las máquinas se realizan en Cataluña. «Hoy por hoy, nos compensa asumir el sobrecoste que supone ensamblar en Europa en lugar de Asia y garantizar la calidad de las máquinas. Dentro de unos años, quién sabe», apunta.
Fuente: Expansión