¿Traerá el Mundial otro susto para la economía?

 

Cuenta atrás para el Mundial de fútbol: partidos, goles, amigos, celebraciones, porras, cerveza y… ¿crisis? Sí, crisis. La cita deportiva más vista del planeta, que comenzará el próximo 12 de junio, podría significar un problema para la economía. «Los mercados también sufren cuando empieza el Mundial de fútbol», avisa Darío Perkins, reputado analista de Lombard Street Research.

Su teoría parte del campeonato inaugural de 1930, el primer año completo de la bautizada como la Gran Depresión. Más recientemente, la Copa de 1990 (el evento se celebra cada cuatro años) coincidió con la recesión de Estados Unidos, y la de 1994, con la crisis del mercado de bonos, que se inició en territorio norteamericano y se extendió a través de los países desarrollados.

En 1998, el Mundial despegó de la mano de la crisis financiera asiática y el colapso del Long Term Capital Management (LTCM), el hedge fund más importante de la década de los noventa, que llegó a controlar el 5% de la renta fija mundial y que estuvo a punto de provocar uno de los mayores colapsos de la economía a escala internacional.

Y ya en el presente siglo, y con el único descanso del eufórico año 2002, estalló en 2006 la burbuja inmobiliaria de EEUU, cuyas secuelas aún resuenan en todo el planeta, para dar paso en 2010 –cuando España ganó el Mundial en Sudáfrica– a la verdadera crisis de la zona del euro.

«Estas coincidencias me hacen pensar… ¿Qué podrá salir mal esta vez ?», se pregunta el analista. Las apuestas están abiertas y Perkins tiene candidatos: «Basándome en los episodios del pasado, deberíamos empezar por mirar las burbujas».

De todas ellas, destaca tres: el boom inmobiliario chino, posibles sobresaltos en los estímulos de la Reserva Federal y, sobre todo, el Abenomics, nombre del plan de reactivación económica del primer ministro de Japón, Shinzo Abe, basado en un masivo estímulo económico estatal, otro monetario y una reforma estructural. «Ahora estas políticas parecen estar perdiendo fuerza, y existe el riesgo de que sus efectos comiencen a desmoronarse», advierte el experto.

Fuente: La República

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